No es raro que el magisterio colombiano se encuentre nuevamente en cese de actividades como estrategia de presión contra el maltrato crónico por parte del gobierno.
De este aserto, damos fe quienes nos vinculamos a esta sublime profesión y por muchos años hicimos un recorrido maravilloso desde lo académico, desde lo pedagógico, desde lo sociológico, humano, social, por convicción, por vacación y… paremos de contar para seguir el cuento. Siempre, la constante fue y ha sido, el permanente forcejeo entre gobierno y magisterio para mejorar la situación económica de los maestros quienes históricamente hemos sido el trompo puchaletas para descargar injustamente el poder omnipotente de los gobernantes sobre un inerme gremio que lo único que ha hecho ha sido reclamar con gritos y arengas, que ni se escuchan, para revindicar sus derechos ante un estado que fuera de ser sordo, es represivo, injusto y vengativo.
Hoy, por fortuna, en algo se ha flexibilizado la soberbia autocrática y abusiva de los gobiernos de turno ofreciendo diálogos aunque sean de dientes para afuera con chantajes de por medio ofreciendo el oro y el moro. Otra historia fue cuando no teníamos la estabilidad laboral ni en normas, ni en leyes, ni decretos. Estábamos bajo la férula rabiosa de quienes miraban a los docentes como enemigos del Estado y los paros eran reprimidos con destituciones, suspensiones, exclusiones del escalafón, maltratos físicos, descuentos de salarios, encarcelamientos, persecución política, estigmatizaciones y, … No teníamos ESTATUTO DOCENTE, el cual logramos como fruto a interminables luchas que colocaban al maestro al borde del desempleo y a la persecución sindical.
De pronto ,en el gobierno de JULIO CESAR TURBAY, se abrió una ventana de dialogo y fue así como el Ministro de Educación RODRIGO LLOREDA CAYCEDO, el 14 de septiembre de 1979, promulgó el 2277, llamado ESTATUTO DOCENTE.
Este Estatuto, permitió que los docentes por capacitación y por tiempo de servicio pudiéramos mejorar nuestros salarios, pero con nuestros escasos recursos.
No demoró mucho el gobierno para manifestar que se había dejado meter un gol de FECODE y con cierto arrepentimiento no tuvieron el empacho en manifestar que el magisterio resultaba una carga muy onerosa para el presupuesto nacional, dando a entender que la EDUCACIÓN, no ha sido, ni será prioridad como eje de desarrollo social. En ese contexto, los gobiernos desean, exigen resultados y llevan y traen hasta el cansancio la llamada CALIDAD DE LA EDUCACIÓN sin eliminar las causas que la generan. Es ilógico encontrar el muerto río arriba, pero en nuestra Colombia, todo puede suceder.
Cómo queremos tener una destacada calidad educativa cuando se maltrata a los maestros, cuando quienes dirigen la EDUCACIÓN, no tienen el perfil gerencial para ser interlocutores para escuchar y entender desde el concepto humano las necesidades básicas y elementales de un gremio tan noble sin el cual es difícil concebir una sociedad culta y civilizada.
Duele, que muchos maestros sean tan insolidarios con ellos mismos y dejen solos a quienes luchan esperando como los zánganos que las abejas obreras traigan la miel para ellas tomárselas . Duele, que tengan una concepción tan pobre, tan mediocre y una actitud tan resignada que ni siquiera sean capaces de asumir la defensa de sus propios intereses y su formación ideológica tan precaria.
Seguramente no se sienten MAESTROS. Ah…, no maestros con minúscula y son los primeros en disfrutar cualquier beneficio que se consiga.
Desde luego que los MAESTROS van a tener que profesionalizarse asistiendo a universidades presenciales como un compromiso con la EDUCACIÓN y con COLOMBIA. Que se acaben esos injertos de licenciarse a distancia en un área del conocimiento que nada tiene que ver con la que orientan y postgraduarse en algo talmente diferente pensando en ganar ascensos en el escalafón para que el gobierno se de cuenta que somos profesionales tan respetables como el que mas y ahí si tenga que reconocer el llamado SALARIO PROFESIONAL.
La Universidad presencial es una excelente oportunidad para adquirir formación universal que exige sacrificio, pero bien vale la pena hacerlo como experiencia integral en lo académico y profesional.
Los jubilados, que tenemos una miseria de jubilación y muchos con varios títulos universitarios, tenemos que seguir esperando y esperando que algún día nuestros gobernantes, que viven en otro mundo, se den cuenta que nosotros existimos.
No entendemos porqué FECODE no tiene en cuenta a los jubilados que seguimos siendo MAESTROS en retiro y también dolerle como seres humanos que mucho le
aportamos a la EDUCACIÓN Y AL SINDICALISMO.
Buena suerte y buen mar.
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