No pudo llegar en peor momento para nuestro país el riesgo al que quedamos expuestos por el inminente ‘apagón’ que nos plantean las autoridades nacionales. Y es que después de que nos ‘juraron y rejuraron’ que aquí no pasaba nada y que seríamos capaces de enfrentar el peor Fenómeno del Niño sin tener que recurrir al racionamiento de energía, no resulta para nada agradable tener que padecer ahora un apagón con las consabidas consecuencias que ello representa para la economía.
Y digo mal momento, porque la realidad es que el panorama económico colombiano no pinta nada fácil, no obstante existir margen de maniobra para sortear una crisis económica, como lo he repetido en este mismo espacio. Pero hay que reconocer que ese margen va
tornándose cada vez más estrecho y ahora se ve mucho más amenazado con el ingrediente del racionamiento eléctrico.
Pero hablando de apagón, ¿sabe usted qué tiene que ver con ello el famoso ‘cargo por confiabilidad’? Veámoslo de la manera más simple posible. Desde hace más o menos 10 años, nos incluyen en el recibo mensual de la luz un cobro adicional que lleva ese nombre. La pregunta lógica es: ¿Confiabilidad de qué? Si nos cargan un cobro adicional en la factura, ¿en qué o quién debemos confiar? ¡Absurdo!
Supuestamente, deberíamos confiar en que con esa ‘platica’ que nos han sacado del bolsillo a todos los colombianos, podrían garantizarnos el suministro de energía en momentos difíciles de desabastecimiento como el que ahora vivimos por efectos del fenómeno climático. Se suponía que ese recaudo lo invertirían en nuevos proyectos de generación eléctrica que sirvieran de respaldo en épocas de crisis.
Pero nadie sabe qué pasó y lo cierto es que hoy están las alarmas prendidas en todas la ‘ías’ porque no hubo control para que ese dinero se invirtiera adecuadamente. ¿Sabe a cuánto asciende el dinero recaudado? La verdad es que son muchas las versiones, pero la mayoría apunta a decir que los colombianos pagamos 7.800 millones de dólares (24 billones de pesos) de cargo por confiabilidad en los últimos años. Una cifra verdaderamente escandalosa y prácticamente similar a la que pretende recaudarse con la reforma tributaria que viene en camino. ¡Qué tal el desperdicio!
Pero ¿a quién se le ocurre inventarse semejante cobro sin fijar a la vez los mecanismos de control para que el dinero no se esfume? Lo cierto es que ni siquiera se creó una reserva financiera con este dinero, ni tampoco se dispuso una interventoría que controlara y fiscalizara el recaudo y la ejecución. Nadie vigilaba. Claro, como era tan insignificante el cobro que veíamos en la factura, nunca ‘paramos bolas’.
Y ahora, en medio de la crisis, nos piden a todos los colombianos que ahorremos energía, desconectemos los cargadores de celulares, desenchufemos los electrodomésticos, no usemos el microondas, racionalicemos el uso del aire acondicionado, etc., todo ello so pena
de afrontar un apagón.
Claro que hay que ahorrar energía, ¡ni más faltaba! Pero que luego no se nos diga que por no alcanzar la meta de ahorro del 5%, entonces tendremos que padecer el apagón. No. Hay que hablar con la verdad y llamar las cosas por su nombre. Y ello empieza por reconocer que hubo imprevisión, irresponsabilidad y excesivo tecnicismo de las personas encargadas del manejo del sector eléctrico.
Ya se sacrificó el ministro; pero aún falta una larga lista de ‘técnicos’ del propio Ministerio y de la famosa Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg). El menos culpable es el Niño, que aunque complica las cosas, no puede achacársele la debacle.
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