Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Larga la racha sin triunfos del Once Caldas y la anemia goleadora que se temía llegó –sin soluciones a la mano– golpeando la buena imagen del comienzo de temporada que se ha ido diluyendo como por arte de magia.
Demasiados elogios por triunfos con goles sobre rivales discretos –Alianza y Jaguares los peores del campeonato, y Tolima en una crisis de la que aún no sale– como que marearon al equipo y al propio técnico, abstraídos por un reconocimiento prematuro.
Sin ingratitud porque algunos de esos aplausos fueron merecidos por la exposición y el espíritu dentro del campo, lo que faltó a la hora de enfrentar a los grandes porque no hubo respuestas, o fueron insuficientes al aflorar las deficiencias marcadas.
No hay entrenador que valga sin materia prima competitiva, y el Once Caldas que es fuerte en defensa desde siempre, y raquítico en ataque, no puede ser la excepción y con el tiempo convirtió en realidad lo que era un espejismo al despegar la tarea.
La responsabilidad es de Torrente que no pidió, de Paniagua por su floja gestión, y de los directivos que no se percataron en medio del desconocimiento y la comodidad de trabajar en una empresa donde nadie se atreve a confrontar con el jefe.
Limitantes que no tapan las afirmaciones de Torrente echándose siempre la culpa, lo que es apenas obvio como cabeza de grupo, o en el sentido de que ‘no le hace falta nada’ o ‘que los rivales le ganan sin llegarle’ como suele escuchársele después de los partidos.
Ni con la imprudencia del mayor accionista que aprovechando medios influyentes la emprende contra un periodista con términos inapropiados, dando a entender que hay excesiva atención a rumores y comentarios, viendo fantasmas donde no existen.
Ese mismo analista fue quien ensalzó el fútbol del Once Caldas en su momento y ponderó las virtudes de su conductor, llegando inclusive a calificar el producido del equipo como el mejor de Colombia en esas primeras fechas de liga cuando todo era color rosa.
Montados sobre esa escenario, tampoco es que el Once Caldas no tenga con qué en un medio en el que abundan clubes discretos, así no alcance para pelear título porque eso corresponde a una buena planeación, a una mejor ejecución, y a metas que aquí no se trazaron.
Hay que salir de la burbuja en la que se metieron creyéndose más porque la prensa los valoraba, y ubicarse con los pies sobre la tierra buscando salidas prácticas, maximizando recursos, y acertando tanto en rendimiento como en las decisiones desde el banco.
Queda medio campeonato y por lo menos 6 de los contrincantes son inferiores, o están al nivel del Once Caldas, y es ahí donde se rompe el equilibrio, mientras se intenta un proyecto más ambicioso tras comprobar que esto es con jugadores de categoría.
Es importante recuperar la pelota quieta, en donde hasta la confianza se perdió porque hoy la tiran a cualquier lado, y la efectividad arriba que no es cuestión de meter a 5 delanteros al tiempo, sino al más fino para la última jugada.
Recomponer el camino y sumar como sucedió el semestre pasado cuando entre las jornadas 15 y 19 se lograron 5 victorias consecutivas llegando a cuartos de final, capítulo para olvidar por aquella eliminación a manos del Tolima que marcó 2 veces en la adición.
Ayer en la capital nariñense enfrentaba al Pasto, ojalá se haya rencontrado con el éxito y con el arco adversario, pues de lo contrario aumentará la presión generando obligaciones de ese tipo para alcanzar el puntaje hacia la siguiente fase.
P.D. Para mi gusto absoluto, la convocatoria del técnico Pékerman. Me encanta el regreso de Dayro Moreno, delantero que muchos problemas hubiera solucionado por estos lados, y para la altura incluyó jugadores rápidos, de buena pegada que pueden sacar ventaja en La Paz.
Hasta la próxima...
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