Vivir utopías
Señor director:

Leí esta frase que inmediatamente anoté, pues me llamó mucho la atención: “Si no hablas de lo que vives, no conectas con el lector”, Marta Rózpide, periodista española. La frase más acorde a su contexto literario es “si no escribes de lo que vives, no conectas con el lector”. Enseguida, leí otra frase que también anoté: “la utopía puede ser veneno, pero es también algo bello como un perfume”, Emma Riverola, escritora española, autora de la novela Metamorphosis.
En la portada del libro aparece un dibujo fascinante: una rama de cerezo con Aquiles morpho, de la cual se pueden elaborar perfumes o venenos. Y en la relación que establecí entre esas dos oraciones: escribir de lo que vives y utopía como veneno o perfume, me surgió un recuerdo vivencial en mi interior. Una pregunta que en algunas ocasiones hice a mis alumnos en las clases: por qué razón serías capaz de dar la vida. ¿Por defender una idea, un símbolo, un principio, una cosa, una persona? ¿Cuál? ¿Por quiénes (personas con nombre y apellido) crees que serías capaz de dar tu vida?
Creo que esta pregunta ubica a quien la quiere responder en una situación utópica. “Yo, muriendo conscientemente por esta persona, idea, principio”. ¿Es como tomar un veneno?. ¿O es una acción que me huele bien como un perfume? Las respuestas de los estudiantes, la mayoría, se ubicaron únicamente en capacidad de dar la vida por algunas personas: madres y padres, de pronto hermanos y hermanas. Nadie planteó la posibilidad de hacerlo por una idea, un principio, un símbolo. Por ejemplo: En la novela El exorcista, de William Blatty, un grupo armado entró a una escuela y al salón donde estaban en clase de religión. Exigieron al profe escupir un Cristo. Este no lo hizo y le cortaron la lengua y atravesaron sus oídos. Quedó en el piso desangrándose. Los niños estudiantes gritaron y lloraron. Y de pronto hicieron silencio y comenzaron a rezar el Padre Nuestro. Todos quedaron heridos en agonía. 
Mis alumnos argumentaron que no lo harían porque es más importante la vida que dicha imagen o ícono. Yo les decía: si alguien llega aquí al salón con un arma y me amenaza de muerte si no escupo el crucifijo, yo no lo hago. Creo que soy capaz de dar la vida por este símbolo. Además, no lo dudo de ninguna manera, por mis hijos y mis nietos. La real utopía y el perfume en nuestra querida Colombia actual es la humanización, o sea, el respeto por la vida de los seres humanos, renunciando a las armas, a la violencia, al dinero, a la economía deshonesta, al narcotráfico, a la corrupción, a la politiquería.
Tantos colombianos dando la vida por situaciones que no valen la pena y que son veneno: drogas, negocios sucios, territorios. Muchos colombianos prefieren el veneno (muerte violenta) que el perfume (vida con amor y hermandad). Siente, en verdad, que cada hombre y mujer con los que te encuentras a diario en el trajinar de un día, es tu hermano, tu hermana. Respetar la vida es para muchos colombianos abandonar la avaricia, el poder, el deseo de bienes y riqueza, la sucia política. Recuerda siempre, querido lector, que la dignidad humana no es utopía; es la realidad. Es el perfume.
Alirio de los Ríos Flórez.

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