Cuando yo me vaya
Cuando yo me vaya las flores seguirán germinando, los sinsontes, turpiales y alondras seguirán cantando con frenético belleza y deleite. El sol seguirá saliendo como si fuera el primer día de su existencia y ocultándose en el lejano horizonte, al igual que las estrellas seguirán brillando perpetuadas en el cielo azul, las abejas no dejarán de cosechar su miel en sus panales del néctar de las flores para alimentarse y alimentarnos. Los gorriones seguirán haciendo sus nidos para tener sus polluelos, por mi partida el jazmín no dejará de expandir sus fragantes aromas.
Cuando yo me vaya amanecerá y anochecerá como siempre, el aire y el agua seguirán expandidos por toda la tierra generando vida en abundancia y cumpliendo su misión sin límite ni medida, libres como el viento, como las gaviotas volando sobre el mar. El arco iris con sus múltiples colores seguirán adornando la lluvia y el firmamento.
Cuando yo me vaya alguien no derramará sus tibias lágrimas en su dulce rostro al suspirar por mi partida, y al igual que las penas también pasarán, pues deben de seguir luchando en el inmenso valle que nos da tantas alegrías, placeres pero también tanto dolor y sufrimiento.
Cuando yo me vaya será un suceso luctuoso para los que me aman, pero insignificante para el mundo, seré una golondrina más que termina su trinar. Me iré hacia la inmortalidad, a lo eterno, mi alma buscará su lugar que le espera más allá del sol donde seré luminosa luz púrpura para siempre.
Mientras yo me vaya no debo atormentarme, ni preguntarme cuándo es el día ni la hora, si será de noche o de día, ni menos el lugar ni la manera, tengo que alentar mi cuerpo y mi espíritu nutrirlos de fe, disfrutar y vivir cada momento pero jamás pensar que será el último. Me refugio en la fe y en el amor, como siempre, agradeciendo al Omnipotente por lo que he sido, soy y seré, como por lo que tuve, pude hacer, hago ahora y tengo y pueda hacer todavía.
Alvaro Alzate Ussma.


El “chocorazo” de Maduro
Está demostrado y todo conduce a desconocer el querer de la mayoría de venezolanos para que el nuevo gobernante sea Edmundo González Urrutia. Es muy evidente el montaje del Gobierno venezolano al proceso de elección presidencial. Eso fue un “chocorazo” y es por eso que la comunidad internacional debe unirse para exigirle al régimen de Maduro un reconteo transparente y verificable de los votos.
El “chocorazo”, orquestado por Nicolás Maduro, está demostrado, debido en primer lugar a que María Corina Machado Parisca fue inhabilitada por 15 años para ejercer funciones públicas; de esta manera se impidió su inscripción y participación como candidata de la oposición. En segundo lugar está el suceso de impedir a un grupo de observadores internacionales y personalidades de otros países, la entrada a territorio venezolano. La acumulación de irregularidades del Consejo Nacional Electoral de Venezuela no demuestra una necesaria transparencia al haber anunciado como presidente, a menos de 24 horas de haber terminado el proceso, a Nicolás Maduro. No se ha realizado el reconteo de votos, que es un proceso propio en un debate electoral en países con un sistema de gobierno democrático y de participación de la ciudadanía.
Tal y como lo aseveró el periodista Juan Gosaín en una crónica para El Tiempo del 5 de noviembre de 2020, “el chocorazo es de las expresiones más terribles del lenguaje político colombiano, hija de la mala fe, hermana de la maldad, nieta de la trampa, prima de la infamia, sobrina del engaño. El chocorazo es la estafa mayor en una falsa democracia”.
Con todas estas maniobras, el “chocorazo” está más que demostrado y todo conduce a desconocer el querer de la mayoría de los venezolanos para que el reemplazo de Nicolás Maduro sea el exdiplomático Edmundo González Urrutia.
Jorge Giraldo Acevedo

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