El título de esta columna corresponde a unas declaraciones dadas por Maduro sobre su homólogo el presidente de Colombia: “El presidente Petro es un hombre honorable, serio, yo lo escucho mucho y estoy en permanente diálogo con él”. Dicho por quien lo dice, no solo da risa, sino que atestigua todo lo contrario. Es el trato natural entre bandidos. El de acá, surge dentro de un grupo criminal que llenó de horror y espanto la no muy lejana historia de Colombia, como el secuestro y posterior asesinato de José Raquel Mercado, presidente de la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC), y el holocausto del Palacio de Justicia. El de allá, presidente de un narco Estado, represor y conculcador de libertades, quien acaba de robarse una vez más las elecciones autoproclamándose vencedor, burlándose de sus conciudadanos y de la comunidad internacional.
Dos penosos largos años transcurridos desde la posesión de Petro, el 7 de agosto de 2022, cuyo balance no puede ser más desastroso al constatarse un notorio detrimento en los índices de productividad, además de haberse destapado una violenta rapiña de los dineros públicos, como nunca antes el país había presenciado, con la inane actuación de un Congreso, que más que frenarlo, ha sido actor de primera línea en sus lamentables desaciertos. Petro ha hecho de las redes sociales y en particular de X, el principal medio de Gobierno. Nombramientos, destituciones y manejo de las relaciones internacionales son conocidas a través de esta red, enfrascándose en enconados choques verbales con figuras políticas de la región como los presidentes de El Salvador, Nayib Bukele, y de Argentina, Javier Milei, o amplificando su campaña contra Israel por los bombardeos en Gaza, señalando de genocida a Netanyahu y comparando sus acciones con las de Hitler y los nazis.
Pero en cambio, ha guardado calculado silencio con la invasión de Rusia a Ucrania o el robo descarado de las elecciones venezolanas. Buscando ser reconocido como líder internacional se inventa viajes al exterior posando de desvelado defensor del medio ambiente y a pesar de ganarse los elogios de los ecologistas en la escena internacional, los logros son mínimos. Petro propuso construir un gran pacto nacional de trascendencia regional y global para la defensa ambiental de la Amazonía, la Orinoquía y el Pacífico, realizándose una cumbre en la ciudad brasileña de Belén, en agosto de 2023, donde advirtió algunos avances en la cooperación regional, pero para la mayoría de sus asistentes, fue decepcionante. Al asumir la Presidencia, Petro se comprometió a convertir al país en una “potencia mundial de la vida”, haciendo de la descarbonización y la protección del medio ambiente una política central. Ahora que el país se prepara para ser sede de la COP16 de Biodiversidad, del 21 de octubre al 1 de noviembre próximos, cuando el mundo pondrá sus ojos sobre uno de los pilares fundamentales del actual Gobierno, como es el ambiental, urge que el presidente cierre la brecha entre sus discursos y sus logros reales. De su propuesta de hacer de Colombia “potencia mundial de la vida” día a día nos convertimos en “potencia mundial de la muerte” ante la descomunal inseguridad que nos rodea.
Llama a un acuerdo nacional y con los únicos con quienes dialoga es con los criminales y bandidos, a los que saca de las cárceles y les paga un millón de pesos para que no maten. Al último en llamar, suspendiendo la orden de captura, fue a Chiquito Malo, de los criminales más buscados, jefe del temido Clan del Golfo. Ese ha sido su Gobierno, y este el país que lo eligió.