Una leyenda japonesa cuenta que un hada convirtió a un árbol casi seco en un humano por veinte años.
Se sentía muy mal al ver como las personas no aprendían a amar y había odios, traiciones y guerras.
Un día se encontró en un arroyo a una bella joven, que le trató con gran amabilidad. Se llamaba de Sakura.
La ayudó a llevar agua hasta su hogar. Ella le preguntó cómo se llamaba y él le
dijo. Mi nombre es Yohiro, o sea, esperanza.
Dicha hermosa amistad terminó poco a poco haciéndose más profunda, hasta llegar a ser amor.
Apareció el hada y le dio dos opciones a Sakura: seguir siendo humana, o fundirse con el árbol.
Sakura eligió unirse por siempre con Yohiro, algo que dio lugar a las preciosas flores del cerezo.
Desde entonces el amor de Sakura y Yohiro, en la bella floración del cerezo, invita a todos a amarse y amar de verdad.
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