En la historia de Diego Corredor como técnico - asumió en agosto 28 de 2021 - Once Caldas solo una vez, en 45 partidos, hizo tres goles, y fue por la octava fecha de la Liga pasada cuando en Palogrande venció 3-0 a Pasto con anotaciones de Carreazo, y Ménder por dos.
Tampoco, si tomamos como referencia este año en el entendido de que ciertamente fue quien armó el equipo, ha recibido más de dos goles, con una sola excepción –por copa BetPlay– la tarde del 20 de abril cuando Nacional lo goleó 3-0 en el Atanasio Girardot.
Acudo a esta estadística porque siento que Once Caldas prioriza marca, y deja el ataque en segundo plano, y porque llevo rato pensando lo mismo, que el modelo actual –orientado por Diego Corredor– es el de saltar a la cancha para no perder, no para ganar.
Las contrataciones grandes fueron de corte defensivo, Riquett, Balanta, Celis, Pico, Artunduaga y Gallardo –seis de nueve– los otros fueron Méndez, Gómez y López, cuando se sabía que el problema era el gol, además del volante creativo que no cabe en su libreto.
Buscando explicaciones puede ser que sea la vocación del entrenador –si es su filosofía hay que respetarla, aunque no se comparta y haya dicho lo contrario cuando habló de lo quería–porque molestaría que fuera un complejo de inferioridad frente a los rivales.
Van 12 fechas, y en ninguna salió a atacar –apenas contra Millonarios tras la expulsión de Montero– con delanteros más preocupados por controlar la salida de los defensores, que por meter miedo y hacer que los contrarios se inquieten por lo que pueden producir.
Diego Valdés es de los preferidos porque ‘guapea’ no por lo que representa como artillero, y sin contar con un auténtico definidor, ni un hombre de ideas, recurre al juego directo, sin asociación, ni elaboración, porque carece de esas alternativas por disposición y piezas.
Ante Tolima fue un 4-5 en el mediocampo con el goleador Ayron del Valle cerrando esa segunda línea por derecha, y con solo dos remates a lo largo del cotejo, Marlon disparo cruzado arriba que desvió Cuesta, y Mauricio Gómez al cuerpo del portero.
"Cuando se sale a empatar por necesidad, se pierde por obligación" reza un dicho del fútbol, que realidad o no, hizo carrera, y le pasó a Once Caldas. Aplicado primer tiempo desde el orden, hasta que un error tiró al traste el codiciado punto que era la única meta.
Sin sueños de triunfo es difícil, y el empate era oro, por eso inadmisible ese descuido que permitió la presencia libre de Ureña para concretar el pase de Ibargüen; sin presión para evitar el centro de costado, ni acompañamiento para cubrir al convertidor.
La verdad, para clasificar y alejarse de esa peligrosa zona de descenso, hay que sumar de a tres. No hay otra, con cambio de chip, que no sé si lo incluya el proyecto Corredor, pasando a un esquema ofensivo que impida un segundo capítulo de la triste historia del apertura.
Hay duelos particulares, sobre los que se establece un presupuesto, y con Tolima se aceptaba el término perdible; son las formas las que incomodan, y en especial el cicatero estilo impuesto por Once Caldas que no obedece a la tradición, ni al gusto de la hinchada local.
Sin la recuperación física que reclama el entrenador, y ojalá con cambios arriba, sobretodo de actitud, comportamiento y ambición, imprescindible la victoria esta noche ante Envigado; algo distinto supondrá una muerte lenta, y la confirmación de que no se juega para ganar.
Hasta la próxima...