Gas pimienta, el dilema de cargarlo sin usarlo: caso de mujer atacada en Pácora
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LA PATRIA | Manizales 

El 23 de diciembre Lina Yohana Franco se dirigía a su trabajo en el área administrativa del hospital de Pácora. Según su relato, eran las 6:30 de la mañana cuando se vio sorprendida por otra mujer que le roció un líquido en la cara y los ojos.

Luego se identificó la sustancia como gas pimienta. La reacción así mismo lo confirmó. Este elemento produce una sensación de ardor en la piel y los ojos. Además de una ceguera temporal.

La agresión fue más allá, de acuerdo con la afectada. Hubo golpes y amenazas en su contra. Esa mañana alcanzó a refugiarse en un taller. Este caso se mantiene como un proceso abierto para las autoridades, ya que ante la Fiscalía cursa una denuncia.

Los uniformados que atendieron el caso, en su momento impusieron dos órdenes de comparendo. Sin embargo, el hecho más notorio de aquel día fue el uso del gas como elemento de ataque.

Mucho gas

En los últimos años, el gas pimienta ha tenido un auge en su demanda, casi siempre justificado en motivos de defensa personal. La reglamentación sobre su uso no existe, anotó un investigador perito en armas, que pidió mantener su nombre en el anonimato.

Lo que sí hay, dijo, es una regulación especial en el Código Nacional de Policía y Convivencia, Ley 1801 de 2016. Sin embargo está en una sola mención y se refiere en específico al porte del mismo.

El artículo 27 en su numeral 7º lo agrupa como “aspersores, sprays, rociadores o aerosoles de pimienta”, con las armas neumáticas, de fogueo, de aire, de letalidad reducida o las que se asimilen a armas de fuego.

Los anteriores está prohibido portarlos en lugares abiertos al público, donde haya aglomeración de personas o se consuma bebidas embriagantes. Así mismo, donde se advierta su utilización irregular, o se incurra en un comportamiento contrario a la convivencia.

Esta norma describe que el porte de este gas y otros elementos descritos en los demás numerales del mismo artículo, es un comportamiento que ponen en riesgo la vida e integridad de las demás personas.

Regulación a medias

La venta de gas pimienta en Colombia está regulada por la Superintendencia de Seguridad y Vigilancia adscrita al Ministerio de Defensa. El porte en general es legal, salvo las restricciones que trae el Código de Policía.

Esto implica que llevarlo en el espacio público requiere un permiso o autorización, pero aún no se ha reglamentado. La venta sí cuenta con una regulación. En el país hay unas 25 empresas habilitadas para su distribución, ante la Supervigilancia.

La venta es tan sencilla que en portales de comercio electrónico se ofrece en todas las presentaciones posibles como esferos, frascos que simulan ser lociones e inclusive como equipos celulares.

La lata promedio de gas pimienta alcanza para unos 15 disparos, con un costo de $30 mil. Al parecer, es muy común que estos artículos lleguen a manos de las mujeres por obsequio de sus parejas o un pariente.

Con restricciones

El año pasado, la Corte Constitucional conoció de una demanda contra el artículo 27 del Código de Policía, que buscaba el uso libre de gas pimienta para defensa personal.

El alto tribunal tuvo en cuenta cualquier otro accesorio similar (spray, rociadores, aspersores) y dijo que la demanda no cumplía con los requisitos exigidos.

Ante la demanda, la Corte Constitucional recordó que solo se puede hacer uso en casos en que la persona pueda llegar a sufrir un acto que atente contra su integridad.

El Código no establece una regulación mayor de estos elementos, por lo que no existe una restricción definitiva. Según la demandante, la prohibición iba en contra del derecho a la legítima defensa.

Al final la Corte se declaró inhibida para fallar sobre esta demanda, pues concluyó que "el comportamiento de portar los referidos objetos solo se considera como contrario a la convivencia si ocurre en lugares abiertos al público en los cuales o bien se desarrollen aglomeraciones de personas o bien se consuman bebidas embriagantes; si el comportamiento ocurre en lugares diferentes a los mencionados, ello no está regulado por el Código de Policía".

De igual manera, aclaró que la prohibición de estos elementos no es en todo el país, ni tampoco en todos los lugares abiertos al público, "solo en algunos de ellos, que están debidamente limitados".

Por último, el efecto que produce el gas pimienta al ser aplicado sobre la humanidad y en un contexto inadecuado es sancionable, inclusive por la ley penal, ya que en caso de ser usado para ataque se enmarca dentro de las lesiones personales.

 

¿Usarlo o no?

En el país es inexistente la regulación que indique en qué condiciones los ciudadanos pueden portar gas pimienta. Patrulleros consultados al respecto señalan que en general cuando encuentran personas con este elemento, por lo general se procede a su decomiso.

 

De armas tomar

Cristina Duque* dice mantener un spray de gas pimienta en su bolso. “Me siento más segura para defenderme, si me van a robar o hacer algún mal, pero sobre todo es contra los ladrones”. Aunque asegura que no se vería tentada a usarla contra otra persona en caso de un conflicto personal, también reconoce que el ser humano puede perder el control.

Esta circunstancia encaja en lo que le sucedió a Lina Yohana o, con mayor precisión, a su agresora, quien tuvo al alcance este elemento y, según la denuncia que está en manos de la Policía de Pácora, lo usó para atacar.

 

Así actúa

El gas pimienta es un compuesto químico que irrita los ojos hasta el punto de causar lágrimas, dolor e incluso ceguera temporal. Se utiliza para dispersar disturbios o como defensa personal. Aunque no es letal, en casos excepcionales puede provocar la muerte del afectado.

Su ingrediente activo es la capsaicina, un compuesto derivado de la frutas de las plantas como el ají. En aerosol los efectos son más severos, como una sensación ardiente de la piel que dura de 45 a 60 minutos, espasmos de la parte superior del cuerpo que fuerzan a la persona a doblarse hacia delante y provoca una tos incontrolable dificultando la respiración y el habla de 3 a 15 minutos.

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