El 19 de abril fue el día de la ebullición, el día que una mujer sufrió la peor golpiza y humillación de su hija, y ante la gravedad de los hechos, la Policía de Manizales capturó a la maltratadora y un juez la envió a la cárcel.

Transcurrían las 9:00 de la mañana aproximadamente y tras toda una noche de su hija consumiendo estupefacientes en el patio de la casa, la madre preocupada le pidió a Valentina que descansara y entrara a dormir, pero la respuesta fue un salvaje ataque.

Una vez ingresó a la vivienda, la estrujó, la golpeó, la insultó y amenazó con matarla y luego quitarse la vida. La afectada intentó pedir ayuda, pero su hija lo evitaba. Una vecina se alcanzó a percatar de los hechos y le pidió que se detuviera.

Por otro lado, la madre alcanzó a llamar a una hermana de la atacante y le contó lo que ocurría, hechos que negaba la señalada. Sin embargo, la voz agitada de la víctima y las súplicas le hicieron saber que algo pasaba.

Como pudo, llegó en su carro hasta la vivienda y le avisó a la Policía. Fue necesario forcejear con la agresora para que soltara a su madre, e incluso le alcanzó a morder los dedos de una mano. Ni siquiera le importó que padeciera una grave enfermedad.

La patrulla llegó momentos después de la denuncia, pese al rápido aviso, y detuvo en flagrancia a la maltratadora, de 29 años, a quien presentó ante la Fiscalía. Le imputaron cargos ante el Juzgado Sexto Penal Municipal por violencia intrafamiliar agravada y la enviaron a la cárcel.

Entre julio y agosto se llevó a cabo el juicio oral, en el que la juez Tercera Penal Municipal la declaró culpable, y el pasado 3 de septiembre le dictó una sentencia de 6 años de prisión, sin derecho a la detención domiciliaria.

Malgenio por la blusa

La hoy condenada aseguró que tenía malgenio porque no encontraba una blusa, pero fue solo la excusa para evitar que su hermana viera lo que ocurría. Al parecer, los maltratos físicos, psicológicos y verbales eran desde tiempo atrás.

La Corte Constitucional y la violencia intrafamiliar

Todo daño o maltrato físico, psíquico o sexual, trato cruel, intimidatorio o degradante, amenaza, agravio, ofensa o cualquier otra forma de agresión, producida entre miembros de una familia, llámese cónyuge o compañero permanente, padre o madre, aunque no convivan bajo el mismo techo, ascendientes o descendientes de éstos incluyendo hijos adoptivos, y en general todas las personas que de manera permanente estén integrados a la unidad doméstica.

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