Como en un efecto dominó el mural Las cuchas tenían razón, realizado por los colectivos artísticos de Medellín se multiplicó por el país, luego de que fuera borrado por la alcaldía de la capital antioqueña. 

Después de esa medida, que los colectivos calificaron como censura y como un intento de borrar la memoria, en varias ciudades del país se hizo el mismo mural. 

El pasado fin de semana, fue el turno de Pereira. En la capital risaraldense se realizaron dos murales, uno el sábado y otro el domingo, en donde se continuó con el mismo clamor que recorre el país: honrar la memoria y la resistencia de los desaparecidos y las madres que siguen buscando respuestas. 

La jornada del sábado tuvo lugar en el sector de El Viajero, Cuba, y el domingo en la entrada al barrio Boston, cuando empieza la vía a Armenia.

Helen González Ruiz, integrante de la Corporación Piquiñas del Chango, destacó la importancia del arte en procesos de memoria histórica y resistencia. 

Según ella, "el arte permite alzar la voz de quienes han sido silenciados, llevar mensajes que de otro modo no se escucharían y sensibilizar a la ciudadanía frente a las injusticias". 

Helen, desde su organización nacida en el barrio El Remanso, uno de los barrios populares de la comuna Villa Santana con iniciativas culturales de impacto regional, resalta el poder transformador del tambor, el teatro y la pintura en territorios marcados por las violencias.

Un encuentro con apoyo comunitario

La convocatoria para el mural del sábado en El Viajero fue realizada a través de redes sociales por colectivos como Periferia y Piquiñas del Chango, quienes invitaron a la ciudadanía a participar de este acto de memoria. 

Alejandra Vera, del Colectivo Popular y Barrial Periferia, explicó que la financiación del proyecto surgió de aportes voluntarios: "Fue un ejercicio de solidaridad, desde las galletas caseras hasta el jugo que alguien trajo para compartir. Cada granito de arena hizo posible esta jornada".

Vera también señaló que la unión de diferentes actores, refuerza la lucha por mantener la memoria activa y alimenta a los colectivos de búsqueda de desaparecidos para continuar con sus procesos. 

“El ejercicio de memoria entonces representa la lucha organizada y colectiva por rescatar, esclarecer y dignificar los acontecimientos que han cometido por años a las comunidades”, señaló Vera.

Durante las jornadas, vecinos se acercaron a colaborar con donaciones de agua e insumos, demostrando cómo la unión comunitaria puede fortalecer estas manifestaciones artísticas.

Entre tensiones y solidaridad

Las jornadas no estuvieron exentas de dificultades. Helen González relató que mientras pintaban bajo el sol, algunos transeúntes lanzaron comentarios críticos desde la distancia. 

"Es fácil gritar desde un carro mientras nosotros estamos aquí haciendo memoria y resistencia", afirmó. Sin embargo, estos momentos tensos fueron opacados por gestos de apoyo de personas que se acercaban con ánimo de ayudar.

En la intervención del domingo, realizada en Boston, la escena se repitió: vecinos y curiosos aportaron materiales, palabras de aliento y, en algunos casos, manos para pintar. 

Según los organizadores, este tipo de intervenciones urbanas no solo embellecen los espacios, sino que también "rescatan la memoria como motor de la sociedad, visibilizan los actos de resistencia y dignifican las luchas comunitarias", en palabras de Alejandra Vera.

El arte como herramienta de transformación

Para quienes lideraron este proceso, el mural es más que una obra visual: es un grito colectivo que invita a no olvidar las historias de las comunidades y a construir una narrativa diferente. 

"El arte nos permite tejer memorias, expresar lo que no se dice y dejar una huella en los muros de nuestra ciudad", comentó González.

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