Hay vidas de personas que trascienden la experiencia laboral o personal. En cada palabra, en cada gesto, en cada acción, logran la sonrisa y llegan al recuerdo de quienes los rodean. Como si estuviera escrito en algún lugar, que la encarnación de esa persona en la tierra, tenía como destino la luz. 

Así fue la vida de Javier Hernán Ramírez, un hombre iluminado que compartió sus destellos en todo momento con los seres que tuvo a su alcance. 

Su partida del mundo físico ha sido lamentada por las instituciones en donde estuvo. La Universidad Tecnológica de Pereira (UTP), escribió en un comunicado que la alegría de Ramírez será extrañada por todos sus conocidos. 

“Un ser humano y un profesional excepcional, cuya vida estuvo marcada por la pasión, por la educación, el compromiso con el conocimiento y por una generosidad sin límites”, señala la universidad.

También el alma mater, la Universidad Libre, de donde salió envió mensajes de condolencias a los familiares del economista. “Su legado en la educación y su dedicación como rector y docente dejaron una huella imborrable”.

Marco Arce, docente de la UTP, lo recuerda con emoción porque fue una persona que en todo momento le abrió las puertas y lo ayudó en sus procesos formativos. 

“Más que un director de posgrado, fue un mentor, un amigo y un ser humano con una enorme capacidad para ayudar a los demás”, dijo Arce. 

En redes sociales Victor Giraldo también lo recordó por las pasiones de Ramírez: la música, las aves y la buena comida. 

“En su casa, organiza las mejores fiestas para amigos y familiares. La música es su pasión, y su gusto musical, especialmente la de rock en inglés de los 70 y 80 es legendaria al igual que sus cócteles, y sus fotografías de aves”.

Javier Hernán se graduó en economía en 1996, después de eso siguió ligado a la academia. En 2011 ingresó como vicerrector en Uniminuto en donde estuvo hasta 2019 que pasó a la UTP. 

Mientras ejercía en Uniminuto Arce lo conoció y aunque le dijo que no podían financiar el proyecto que les había propuesto, lo tuvo cerca ayudándole en cuanta ocurrencia se le ocurría. 

“Javier se convirtió en una presencia constante, siempre dispuesto a tender una mano. Cuando le dije que en la escuela donde trabajaba necesitaban pintura, él consiguió patrocinio para pintar el lugar, demostrando que su compromiso con la educación iba mucho más allá de su cargo universitario”, recordó el docente.

En redes sociales, uno de sus conocidos, Álvaro Zuluaga también se lamentó, y recordó que junto a Javier hubo espacio para todo, para la amistad, las conversaciones profundas y el disfrute. 

“En este paso por el plano terrenal la vida nos premia al ponernos en el camino a personas maravillosas, en mi caso me puso a ti y pude disfrutar, además de tu amistad, espléndidas tertulias logiales y espacios académicos inolvidables”. 

Sus amigos lo recuerdan por la facilidad con la que se podía estar al lado suyo. “Las conversaciones con él podían ir desde la educación hasta el mundo de las aves, pasando por reflexiones sobre la vida. Siempre encontraba tiempo para compartir en la cafetería y motivar a quienes lo rodeaban”, dice Arce. 

Giraldo termina su emotivo mensaje en redes comparando la muerte de Ramírez con la transformación de la oruga en mariposa.

“Javier se transforma como una oruga que se convierte en mariposa para posarse por siempre en los corazones de quienes lo conocieron, deja atrás su cuerpo físico, pero su espíritu, su amor y su legado permanecen por siempre”.

A Marco la noticia de la muerte de Javier lo tomó por sorpresa, no por lo inesperado, pues sabía que enfrentaba una enfermedad, sino porque esperaba ir a su casa a llevarle serenata. Algo que quedó pospuesto para otra vida.

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