Fotos | Daan Verhoeven | LA PATRIA
Sofía Gómez Uribe logró 103 metros en la modalidad monoaleta. Volverá a competencia el jueves 28 de noviembre y el domingo 1 de diciembre.
La apneísta pereirana Sofía Gómez Uribe rompió récord continental el martes 25 de noviembre en Dominica. Después de más de dos años sin competir, volvió a sumergirse en el océano y logró 103 metros.
Hablar con ella es sentir que se conversa con alguien conocido, con un amigo o un familiar. Sofía sonríe por la victoria. Su voz es cálida y contagiosa. Está lejos de los convencionalismos, de las respuestas prefabricadas.
La sonrisa que tiene dibujada de oreja a oreja es señal del triunfo, del récord, pero también de todo el camino que debe emprender para viajar a la isla caribeña. Todo el esfuerzo que hay detrás, no solo desde lo deportivo o lo mental, si no también desde los recursos, por la falta de apoyo deportivo.
Sabe muy bien que en el deporte los triunfos duran poco. Por la ansiedad y la velocidad con que se vive el mundo de hoy, pero también porque la presión de los deportistas es distinta. ¿Qué hay después de un triunfo? Inevitablemente el descenso. El fin de la dopamina, después de las descargas de felicidad llega la calma.
Por eso le gusta caminar, nadar un rato, hacer yoga, para que el cuerpo entienda que no todo puede ser la competencia y la alegría de llegar a la cima (en este caso a lo más profundo del mar).
Antes de hablar de la competencia, toma aire, sonríe y responde.
Después de más de dos años sin competir, vuelve con récord, Sofía. ¿Cómo fue esa decisión?
Sí, más de dos años. Desde hace tiempo tengo una escuela de apnea aquí en Dominica, y en estos dos años nos hemos enfocado en organizar competencias. Como dueña de la escuela, me he encargado principalmente de la logística: coordinar el equipo de seguridad, asegurar que todo funcione correctamente y gestionar los detalles operativos.
Es una labor que requiere mucha atención, y como siempre estamos trayendo personal especializado para las competencias, me absorbía completamente. Por eso, competir no era una opción viable.
Sin embargo, después de dos años, pensé: "Me lo merezco, al menos una vez". Quería competir, especialmente porque este lugar es como mi segundo hogar y porque muchos atletas vienen aquí a romper récords. Decidí que era el momento de darme esa oportunidad y demostrar lo que puedo hacer en mi propia escuela.
La disciplina en la que compito es apnea de peso constante con monoaleta, que consiste en bajar y subir nadando por mis propios medios. Es un deporte que requiere concentración y un equilibrio físico y mental.
¿Cómo ha sido para estar detrás del deporte, promocionando y organizando competencias?
Ha sido un aprendizaje enorme. Estar en esta posición me ha permitido ver el deporte desde otra perspectiva. A veces, como atletas, le damos demasiada importancia a nuestro desempeño y sentimos que todo el mundo está pendiente de lo que hacemos.
Pero desde la organización, te das cuenta de que una competencia es como una línea de producción: cada quien cumple un rol esencial para que todo funcione.
Me parece muy importante crear espacios donde los atletas se sientan seguros, motivados y puedan romper barreras que parecían imposibles.
Ha sido gratificante ver cómo aquí en la escuela se han logrado récords mundiales. Aunque es un trabajo demandante, me llena de orgullo saber que hemos contribuido a que otros atletas logren sus metas.
Hablando de logros, ¿cómo manejar las emociones tras romper tus propias marcas?
Es un tema interesante. He reflexionado mucho sobre esto porque mis logros recientes han sido récords personales.
Por ejemplo, antes de la competencia había alcanzado 95 metros y luego logré 110. Después del récord estaba llena de felicidad, pero al día siguiente sentí un bajón emocional muy fuerte.
Hablé con amigos deportistas y me explicaron que es algo normal. Hay tanta adrenalina, serotonina y dopamina en juego que el cuerpo se desbalancea químicamente. Esto puede generar esa sensación de vacío o pérdida de propósito, y creo que es algo que afecta a muchos atletas, incluso a los más experimentados.
Lo importante es reconocerlo y trabajar en ello. En este momento, estoy disfrutando plenamente mis logros y he aprendido a celebrar cada triunfo como se merece. Aunque sé que el bajón puede llegar, lo veo como algo pasajero y parte del proceso.
La salud mental en los deportistas es un tema cada vez más visible. ¿Cómo maneja ese aspecto?
Ha sido un proceso largo. Durante mucho tiempo me costaba manejar los altibajos emocionales. Después de una competencia exitosa, sentía que no era suficiente o que no estaba dando lo mejor de mí. Esto me hacía cuestionar si debía seguir en el deporte, especialmente porque llevo practicándolo desde niña y lo veía como una parte fundamental de mi identidad.
Hoy puedo decir que he avanzado mucho. Trabajo con un psicólogo deportivo, y me ha ayudado bastante adoptar una mentalidad estoica. Esto implica aceptar lo que no puedo controlar y enfocarme en lo que está en mis manos. También he aprendido a disfrutar el deporte sin expectativas desmedidas, recordando siempre por qué comencé en esto: por amor al mar y a la apnea.
Ser deportista en Colombia no es fácil; muchas veces hacemos esto solo por pasión, porque económicamente no es sostenible. Este camino me ha llevado a preguntarme constantemente por mi propósito, y aunque no tengo todas las respuestas, sigo encontrando sentido en cada inmersión y en cada meta que me propongo.
Además de la carrera deportiva, tiene un compromiso con el medio ambiente. ¿Qué mensaje quisiera dar al respecto?
El mar es uno de los ecosistemas más importantes del planeta, pero también uno de los más vulnerables. La gente tiende a verlo como algo lejano e inexplorado, y eso contribuye a que no se le cuide como merece. Por ejemplo, las prácticas de pesca industrial como el arrastre destruyen hábitats enteros, matan especies que no se usan y afectan irreversiblemente los ecosistemas.
Creo que la educación es clave. No podemos culpar a las personas por su ignorancia, pero sí podemos ayudarlas a ser más conscientes. Por ejemplo, cuando la gente compra una lata de atún "dolphin-safe", no siempre entiende que esto no significa que no haya delfines muertos, sino que se trata de minimizar el impacto en ellos . Es un problema enorme, pero si cada quien aporta su granito de arena, podemos marcar la diferencia.
El mar empieza en casa, con decisiones diarias: consumir menos plásticos, optar por prácticas sostenibles y entender que todo lo que hacemos afecta este ecosistema vital. No me considero una activista, pero me esfuerzo por educar a otros para que conozcan el impacto que tienen sus hábitos en el mar.
Para cerrar, ¿cómo se prepara para las próximas competencias?
En este campeonato internacional, puedo elegir las disciplinas que quiero hacer y repetirlas si lo deseo. Me estoy enfocando en peso constante con monoaleta, que es la que más me apasiona. Mi récord actual es un reflejo de cuánto he avanzado, pero aún hay mucho por mejorar.
En los días de descanso, hago meditación, yoga, me doy masajes y uso herramientas como pistolas de masaje para relajar los músculos. También trato de desconectar mentalmente para no sentirme abrumada. Este balance entre el descanso físico y la calma mental es fundamental para seguir rindiendo al máximo.
Haga clic aquí y encuentre más información de LA PATRIA.
Síganos en Facebook, Instagram, YouTube, X, Spotify, TikTok y nuestro canal de WhatsApp, para que reciba noticias de última hora y más contenidos.