Foto | Darío Cardona | LA PATRIA | Los coleccionistas se quejaron por el espacio que les entregó la organización
La salsa sigue demostrando que su arraigo en el sentir popular va más allá de la alegre expresión musical, o del sentir festivo de la rumba y del baile que lo han identificado desde su nacimiento en la Nueva York de los 60 del siglo pasado.
Las características de su cultura trascienden incluso la etiqueta identitaria que explotó para fines comerciales Fania, porque esa amalgama de ritmos hablan de la rebeldía de un pueblo marginado y migrante con necesidades expresivas complejas, incómodo para el poder y que supo canalizar las historias del pueblo en pocos minutos.
Su perdurabilidad se puede entender, a vuelo de pájaro, como el eterno retorno de los ciclos latinos. Los problemas que regresan con tonos parecidos, los malos dirigentes y las crisis migratorias constantes. Obviamente, también su calidad musical que destaca en tiempos donde las tendencias promueven otro tipo de creaciones.
Por esa razón, los coleccionistas siguen siendo los abanderados para ampliar el espectro narrativo, que suele reducirse cuando las industrias culturales avalan la simplicidad.
Al menos así lo comunicaron varios de los asistentes al 18o encuentro de Melómanos y coleccionistas de la Feria de Manizales, donde compartieron sus joyas con la pasión y la energía de quien enseña un pedazo de su vida, ante un público que disfrutó cada canción a pesar de la lluvia.
Una de las temáticas de la tarde fue el trombón en la salsa. Un instrumento fundamental para el sonido neoyorquino y venezolano, que también tuvo grandes exponentes en Puerto Rico.
Jhon Jairo Ortiz, coleccionista de Dosquebradas (Risaralda), expuso dos rarezas difíciles de conseguir. La versión de Tirándote flores de Papo y su combo y Sangre del barrio de Bobby Matos.
Esta última es un ejemplo de la historia desde los marginados. “La gente del barrio le falta dinero y tiene que sufrir, para poder vivir”, dice en una de sus frases el cantante Manny Román. Y remata diciendo “pero no porque somos pobres, nos hemos olvidado, con la fuerza del corazón llegamos al otro lado”.
El desarraigo es narrado desde lo opuesto al lamento, sino desde un sonido aguerrido, quizás sucio, pero que hizo coro en las campanas de los asistentes.
Sandra Córdoba, otra de las asistentes proveniente de Bogotá, en medio de la emoción por ser la única representante femenina de los cerca de 30 expositores, manifestó sentirse feliz por estar en uno de los espacios más importantes para los salseros en el país.
“Es un orgullo poder exponer en la tarima de la Feria de Manizales porque nos dan el espacio que los melómanos necesitamos”.
La conexión con el público se dio por el conocimiento de canciones, que para muchos pueden ser desconocidas, que hablan de problemáticas actuales, como el aumento en la calidad de vida.
La vida cara, de Onda Panamericana, expuesta por Alejandro Flores de Pereira, habla sobre como todo sube y el dinero no alcanza.
“Ahora como se pone la vida cara tenemos que buscar la forma de solventarla, pero yo con lo que trabajo siempre me alcanza, para gozar y vacilar, yo sé que está situación nunca se compone, por eso llevo la vida de buena forma”.
El mensaje fue claro para los asistentes. Ante la consistencia de los problemas, una de las formas de rebelarse es a través del goce. Por eso, a pesar de la lluvia que cayó sobre la Plaza de Bolívar, bailar encarpados fue la mejor respuesta.
Reparos a la organización de parte de los coleccionistas
Manizales grita salsa se ha caracterizado por tener, durante toda la tarde, un espacio central para los coleccionistas que asisten. Su espacio en la Plaza de Bolívar era al pie de la tarima, para que sean protagonistas, tanto de su evento, como en el concierto que cierra la noche salsera.
Sin embargo, en esta edición, Juan Carlos Osorio, uno de los coleccionistas proveniente de Estados Unidos, indicó que el espacio que les dieron no era el mismo de años anteriores. Si bien estaban en primera fila, su recuadro estaba a los costados de la plaza, por lo que la visual de la tarima era limitada.
Además, se dan dos espacios salseros en el marco de la Feria. Uno para la salsa romántica y otro para la salsa dura. Pero se combinó, juntando a Johnny Colón y a Maelo Ruíz.
De hecho, en medio de la lluvia que antecedió al concierto, los coleccionistas tuvieron que ubicarse en otro sector para poder apreciar la fuerza de los trombones de la orquesta Sonido 70, proveniente de Armenia que acompañó a Colón.
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