El Estad de Colombia en la Feria Internacional de Turismo (Fitur) 2025 de Madrid.

Foto | EFE | LA PATRIA El Estad de Colombia en la Feria Internacional de Turismo (Fitur) 2025 de Madrid.

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El pabellón de las Américas de la Feria Internacional de Turismo (Fitur) 2025 de Madrid no es solo color, ajetreo y música. Otro de los elementos que destaca estos días son las enormes filas fruto de una oferta irresistible: la degustación gratuita de café y ron.

Si delante de una cafetera no hay fila es porque los expositores han decidido tomarse un descanso. En Honduras, a media mañana, descansan después de tres horas sin parar de servir: en ese tiempo se han agotado 8 libras de café hondureño, más de 400 cafés expresos.

La hegemonía mundial del café colombiano, expositor vecino, hace que los catrachos (hondureños) tengan que "recalcar" el producto propio, para que "la gente se entere" de lo que está tomando: café del primer productor de Centroamérica, el tercero de América, el séptimo a nivel mundial.

Donde nunca cesan las filas es precisamente en el puesto de Colombia, por su fama y por estar muy cerca de la entrada del pabellón, posición privilegiada para ser primera parada de los visitantes.

"El café de Colombia ya ha hecho suficiente trabajo, tiene el nombre muy ganado", reconoce a EFE Felipe, el experto cafetero del expositor colombiano. No obstante, apunta que no hay que bajar la guardia y debe seguir ofreciendo su mejor producto para "mantenerse ahí, como el mejor".

En un día normal, de los primeros de la feria, Colombia puede servir entre 1.200 y 1.500 cafés; sin embargo durante el fin de semana, cuando las puertas se abren al público en general y se pone la cafetera a la máxima exigencia, se llega "fácil" a superar los 2.500.

La fila en el expositor de Ecuador se multiplica cuando Colombia apaga sus cafeteras para una cata. Detrás de esa barra, Jairo Sanguña cuenta a EFE que el primer día de feria llegó a servir más de 700 cafés, y que se han puesto como tope 900 diarios, espaciados en el tiempo para no agotar ni los brazos ni la cafetera.

 

El ron, con rango de embajador

En Guatemala sirven café durante todo el día, y se reservan el otro "embajador" del país, el ron, para la hora del almuerzo. Eduardo, al frente del bar guatemalteco, explica a EFE que el primer día gastaron 21 botellas de ron, que se sirve puro, a modo degustación en vasitos de cinco onzas, o en cóctel, ya sea con azúcar moreno o chocolate.

Si sigue a ese ritmo, la reserva se acabará pronto: tenían pensado usar 90 botellas durante los cinco días de feria. "Menos mal que tenemos extra en la bodega", suspira.

Las dos bebidas encuentran su encaje perfecto en Puerto Rico, que en su programa de cata incluye un cóctel que mezcla ron, licor de café y agua de coco; una mezcla que, en un guiño a una de las últimas canciones de Bad Bunny, han bautizado como "CAFÉ CON RON".

Las cifras vuelven a ser espectaculares: en los primeros días de feria sirvieron, en un cálculo muy por debajo de la realidad, más de 42 litros de este cóctel, a los que habría que añadir la treintena de litros de piña colada en el turno vespertino.

En el expositor puertorriqueño todavía se acuerdan de algún momento estrambótico del exceso de éxito de su oferta: hace un par de años, una escasez de vasos llevó a algunos visitantes a pedir que les sirvieran ron directamente en la boca, cuenta a EFE el mixólogo David Rivera, embajador de la marca Rones de Puerto Rico.

En el otro extremo del pabellón, los cocteleros de Panamá resoplan cuando se les pregunta por el cálculo de mojitos diarios que sirven, y terminan respondiendo que unos "200 y algo" mientras mueven la coctelera.

 

El triunfo de los cócteles

No todo es café y ron en América. Ante la limitación –e incluso escasez– de oferta de comida gratuita, cualquier otro tipo de bebida –especialmente alcohólica– es un reclamo poderoso.

Las margaritas con tequila mexicano solo se consiguen tras un juego de ruleta previo: antes de obtener un vaso hay que hacer un grito de mariachi o ponerse un bigote despeluchado. La locura es tal que un bidón del cóctel se agota en menos de 20 minutos.

Algunos estados mexicanos, por su cuenta, dan catas minúsculas de su mezcal tradicional en vasitos fabricados artesanalmente con figuras de la fauna autóctona: las aglomeraciones son dobles, por el alcohol gratis y por el 'souvenir'.

Más comedidos en el reparto son peruanos y chilenos, que en su disputa histórica por el patrimonio originario del pisco dosifican su reparto. Perú apuesta por el tradicional pisco sour; Chile, por su parte, se atreve a ponerle pisco a cócteles como el 'bloody mary'. 

 


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