Loor a los vendedores ambulantes
Señor director:

Con su carga de comida en la carreta
ofrecen con ansiedad sus ricos frutos
no tienen en sus recorridos fija meta
pensando ser “ignaros” y hasta” brutos”.
Van y vienen rastreando la ciudad
con angustia y su dolor a cuestas
no hay tiempo de pereza ni maldad
ni tiempo de descanso ni de siestas.
Su vida es ajetreo, carencias y pobreza
suben y bajan calles gritando y ganando
su sustento, con dignidad y gran nobleza,
son ingeniosos y expertos vendedores,
mientras su carga con penas van llevando
recitan con anhelo estribillos y canciones.
Da gusto observar cómo la economía empieza a reactivarse despertando de esa larga y penosa hibernación a la cual nos ha sometido el miedo a la enfermedad y a la muerte. Estos guerreros invencibles, luchadores por antonomasia, callejeros de profesión, sugestionan los oídos de sus transeúntes con serenatas ingeniosas en las cuales se aprecia la creatividad publicitaria, tratando de atraer clientes que les compren sus mercancías para sobrevivir porque de ahí depende que su situación económica no sea peor. Viven del día a día, de lo que sus pírricas ganancias les dejan como revendedores de frutas, verduras y otras quisquillas, haciendo milagros para sostener a sus familias con dignidad y honradez y no como otros que viven nadando en la inmundicia de su propia corrupción. Es muy loable, plausible, reconocible y ejemplar, que estos gladiadores madruguen a los centros de distribución que comúnmente llamamos galería para comprar su mercancía y luego salir por la ciudad desafiando las empinadas faldas de nuestra carismática ciudad, ofreciendo con su serenata de ingeniosas retahílas y a veces jerigonzas muy originales tratando de convencer a los compradores que venden calidad y a mejor precio.
Es muy entretenido escuchar con deleite cómo la creatividad popular va y viene lanzando gritos al aire, tratando de convencer que es la oportunidad de comprar barato y bueno y que esta oportunidad no se puede dejar pasar: “Aguacates maduros”, “piñas oro miel”, “peras, peras, peras”, “papayas melonas”, “manzanas”, “naranjas”, “mandarinas”, “limones”, “cebolla” etc., haciéndole gran eco a la economía informal.
A veces, recordar el pasado nos sirve para evocar con cierta nostalgia dichos que tenían sabor a poesía original de poetas callejeros, sin ningún reconocimiento, pero con sazón de pueblo y la naturalidad de inteligencia creativa sin la rimbombancia de academicismos: “Mora para la señora , piña para la niña y menta para la sirvienta “ .
Merecen estos héroes, llamados vendedores ambulantes un monumento a la tenacidad, a la lucha, a la guerra laboral por la subsistencia, como consecuencia de un sistema político que privilegia a los capitalistas para que no quiebren y a los pobres que se los lleve el diablo.
Cordialmente
Elceario de J. Arias Aristizàbal

Geotermia
Señor director:

Ante la crisis energética que se nos vino encima, ¿no será la hora de la geotermia?
Atentamente,
Jaime Guzmán Mejía

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