Si bien el presidente de la República, autorizado por la ley, puede en cualquier momento interrumpir la programación habitual de televisión, no le está permitido actuar en forma abusiva, más allá de los límites que la Constitución política le ha señalado en cumplimiento de sus funciones.
En el 2014 de forma clara el Consejo de Estado sentenció que de no ajustarse la alocución presidencial a las condiciones establecidas en la Constitución y en las leyes y las previstas por la
Convención Americana, su intervención será ilegal y dará lugar a una indemnización en favor del que lleve a cargo el servicio, pues estará limitando o restringiendo injustificadamente la actividad del operador.
De lo anterior se desprende, que el presidente Petro está violentando toda la normatividad existente, pues los espacios de ley para alocuciones son para eso; para alocuciones y no transmisiones de consejos de ministros o para retransmitir discursos dados en eventos públicos.
Las palabras de ley se entenderán en su sentido natural y obvio, según el uso general de las mismas palabras; pero cuando el legislador las haya definido expresamente para ciertas materias, se les dará en estas su significado legal, ordena el artículo 28 del Código Civil.
Un país acosado por la violencia, expectante ante lo que suceda en cualquier lugar de la patria donde los criminales hacen de las suyas, envalentonados por la inacción de unas Fuerzas Armadas, castradas desde el alto mando que ostenta el presidente de la República como comandante en jefe, para oírlo en su megalomanía delirante hablar de sus propósitos y logros cuando al país lo destruye con sus absurdas reformas, es un mayúsculo desatino que solo su mente enferma proyecta como triunfos verdaderos.
En la alocución del 22 de febrero retransmitió un evento en Ubaté en el que dijo: “Si a Trump se le ocurre acabar con el Tratado de Libre Comercio (TLC), lo aplaudiría” y agregó: “Cuando amenazó, qué día con los aranceles yo dije, pues hágalo, nosotros también y se acabó el cuento”.
Mayor imbecilidad en un jefe de Estado no es posible, si tenemos en cuenta que nuestra relación con el mayor socio comercial que es Estados Unidos vale más de 50 mil millones de dólares en exportaciones e importaciones de bienes y servicios.
Luego, retransmitió igualmente el discurso de Chicoral (Tolima), en el evento Pacto por la Tierra y la Vida, en el que soltó esta perla: “Nosotros no somos más que agua pensante en forma de energía condensada en nuestros cuerpos”. El decirlo y quedarse serio, es la demostración clara de que quien lo dice, si bien es el presidente, está lleno de imbecilidad.
Y continuó: “Hay por ahí un escritor, no recuerdo el nombre, que escribió un libro que dice: En qué momento se jodió Colombia, titular muy popular y yo, que casi nunca digo groserías porque soy un purista en el lenguaje, tengo que decirlo. No me he leído el libro, pero yo pienso que Colombia se jodió el 19 de abril de 1970, cuando Pastrana se le robo las elecciones a Rojas Pinilla”.
No presidente Petro, Colombia se jodió cuando usted fue elegido presidente, con dineros criminales, violentando la Constitución y las leyes. Como decían los viejos, no busque el muerto río arriba.