De este viaje que hicimos por el Orinoco, y que repetiremos en diciembre con quienes me quieran acompañar, este es el momento en que abandonamos Puerto Carreño para entregarnos a la magia del Orinoco.
Este río es el tercero más caudaloso del mundo, después del Amazonas y del Congo, y el cuarto de Suramérica en longitud. Mide 2.140 kilómetros.
La cuenca del río abarca 989.000 kilómetros cuadrados y su punto más alto se encuentra en Colombia en la Sierra Nevada del Cocuy, con sus 5.200 metros sobre el nivel del mar.
Nuestra Sierra Nevada del Cocuy pertenece a dos cuencas porque los ríos que en ella nacen corren unos hacia el occidente, al río Magdalena, y otros hacia el oriente, en el Orinoco.
No faltan los que dicen que el verdadero Orinoco es el río Guaviare de Colombia porque en el punto de la confluencia de ambos, nuestro Guaviare mide más longitud que el Orinoco.
El Guaviare viene engrosado por el Inírida que es su principal afluente y mide 1.300 km. Si se acepta la peregrina idea, el Orinoco nacido en Colombia y que es el Guaviare, mide no 2.140 km sino 2.800.
El afluente más largo y caudaloso que recibe el Orinoco, es pues, el Guaviare. Otros afluentes de Colombia son el Vichada, el Tomo y el poderoso Meta. Este último mide 1.050 km, lo mismo que el venezolano Arauca.
Al salir nuestra embarcación del puerto de Carreño me vino a la mente una de las estrofas del Himno
Nacional de Colombia:
Del Orinoco el cauce
se llena de despojos;
de sangre y llanto un río
se mira allí nacer.
Navegamos con un cielo escandalosamente azul. Así viajando en silencio nos entregamos a la magia
del río. Uno de los espectáculos inolvidables, tanto para el ojo humano como para la cámara fotográfica, son las enormes piedras redondeadas de las márgenes, trabajadas por el río durante cientos de años.
En ellas se ven las marcas que las crecientes del río han ido dejando y que el sabio llamó “orinocómetro”. Ya no vemos en las orillas y en el cielo lo que Humboldt y Bonpland vieron en su navegación por el río.
En los arenales de las orillas se veían decenas de cocodrilos calentándose al sol. Los grandes saurios observaban impasibles el avance de las canoas de los sabios. De pronto alguno de los grandes lagartos se lanzaba al agua.
El caimán del Orinoco se llama científicamente Crocodilus intermedius. Croco…no coco… El sabio midió uno de esos poderosos reptiles: 6.20 metros.
Los cocodrilos más grandes del mundo están en el Orinoco y en los Llanos Orientales de Colombia y de Venezuela y no en las extensas sabanas del Masai-Mara de Africa que nos muestra National Geographic.
El cocodrilo de la costa atlántica se llama Crocodilus acutus y ya no está en peligro de extinción, como sí lo está el del Orinoco del que estamos hablando.
Ya hemos contado aquí que Jorge Londoño, un conocido magnate hotelero, ha dedicado sus esfuerzos y mucho dinero para salvar los caimanes del Orinoco.
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Ha muerto Gustavo Robledo Isaza, uno de los hombres más grandes que Caldas ha producido. Paz en
su tumba.