Hablábamos de la ignorancia crasa de algunos colombianos sobre geografía del país, a propósito de Rodolfo Hernández que no tenía idea de la existencia de Puerto Carreño y del Vichada.

Hace unos años se criticó la enseñanza memorística en la educación colombiana. Para solucionar el problema nos fuimos al otro extremo. La enseñanza de la geografía y de la historia de Colombia se han unido en una sola cátedra escolar llamada sociales.

¿Resultado? La inmensa mayoría de estudiantes del país no saben dónde están parados. Antes era simpático saber y repetir los departamentos de Colombia y sus capitales y de igual manera países del mundo con sus capitales. Hoy la mayoría de los muchachos ignoran los datos principales del país.

Muchos recordamos que nos hacían aprender poesías de memoria. ¿Quién no recuerda aquella que empieza: ”Joven aún entre las verdes ramas…” o la otra: ”Cantadora sencilla de una gran pesadumbre..”. ¿Y cómo es la vida? Hoy nos recomiendan hacer muchos ejercicios de memoria para evitar el alzheimer o al menos retrasarlo y minimizarlo.

El problema no es solo en geografía. Duele comprobar que los estudiantes no tienen idea sobre los héroes de la independencia. Pregunté a un aventajado estudiante de séptimo semestre de universidad por qué llamamos a Cartagena la ciudad heroica y me contestó porque tiene un castillo.

Bien, volvamos a Carreño, nuestra bella capital ubicada en el extremo nororiente de Colombia, en ese ángulo en el que el río Meta desemboca en el Orinoco.

Carreño es una de las ciudades más arboladas de Colombia y cuando llega la cosecha huele deliciosamente a mango porque son estos árboles los que por centenares dan sombra a la capital del departamento.

Dos características he encontrado siempre entre los habitantes de Carreño: la hospitalidad y la alegría. A los ciudadanos de Carreño les encanta inventar chistes e inocentes chismes.

Hace años en época de elecciones para alcalde un líder indígena se subía a una roca y así arengaba a sus amigos : ”Paisanos, ustedes votando por mí y yo ganando las elecciones, pondré a los ricos a comer m…”. Los indígenas lo aplaudían frenéticamente y uno le preguntó: “Y a los pobres qué? Y el orador contestó: “A los pobres, ni eso”.

Obviamente en Carreño hay muchos venezolanos ya afincados y otros de paso diario que vienen a hacer compras. Cruzando el río se llega al Burro, en Venezuela. Un carreñense decía que peluqueó a Bolívar. Extrañados sus oyentes le alegaban que eso no era posible, porque Bolívar murió hace más de 100 años y el peluquero riéndose contestó: Ahora peluqueo a 50.000 bolívares.

Luego de visitar Carreño nos dirigimos, Orinoco arriba, hacia la reserva de Bojonawi. Se trata de una Reserva Natural de la sociedad civil dedicada a la protección de la cultura, la flora y la fauna de la Orinoquía y la administra Omacha, fundación que creó el biólogo Fernando Trujillo.

Allí nos atienden amablemente los empleados y pasamos una noche, oyendo los ruidos de la selva y contemplando el Orinoco.