Celebré, pues, los 50 años de La Vorágine en Madrid con una conferencia en presencia de los reyes y ahora tuve el honor de hacer lo mismo con los 100 años en Bogotá. El obsequio que me hizo Juan David Correa, el ministro de las Culturas, las Artes y los Saberes, es una colección de 10 libros sobre La Vorágine y su entorno, publicados por el Ministerio. Estos son los títulos y los autores:

  1. La Vorágine, de José Eustasio Rivera.
  2. Holocausto en el Amazonas. Una historia social de la Casa Arana, de Roberto Pineda Camacho.
  3. Raíces históricas de La Vorágine, de Vicente Pérez Silva.
  4. La historia de José Eustasio Rivera, de Isaías Peña Gutiérrez.
  5. Historia de Orocué, de Roberto Franco García.
  6. Los infiernos del jerarca Brown seguido de ruido y desolación, de Pedro Gómez Valderrama.
  7. Una tribu cosmopolita. Memoria de la gente del centro, de Marcela Quiroga y María Angélica Pumarejo.
  8. Vastas soledades. Antología de viajeros en tiempos de La Vorágine, de Carlos Guillermo Páramo.
  9. Mujeres frente a La Vorágine amazónica, de Daniella Sánchez Russo y Laura Victoria Navas.
  10. Anastasia Candre. Polifonía amazónica para el mundo, compilación de Juan Carlos Flórez A.

Se trata de la ”Biblioteca Vorágine”. Es una valiosísima colección sobre la novela, sobre Rivera, sobre la selva, sobre los indígenas, y los crímenes de la Casa Arana. Esta colección sería incompleta si en ella no figurara la obra de Roberto Pineda Camacho, que es la investigación más completa que se ha escrito sobre la Casa Arana y sus fechorías.

Leyendo la “Historia de José Eustasio Rivera”, de Isaías Peña Gutiérrez, me entero de un detalle que me era desconocido. Dice Isaías que el padre del escritor escribía su nombre con “c”, Eustacio, y que el novelista también lo escribió así hasta que estando en Bogotá decidió cambiar su nombre a Eustasio, con “ese”, Rivera comenzó a escribir la novela en Sogamoso, la continuó en Orocué y la terminó en el viaje que hizo con la comisión de límites en la frontera con Venezuela. Isaías también cuenta cómo Rivera tuvo a lo largo de su vida varios episodios graves de salud que lo llevaron a estancias en hospitales. Fuertes dolores de cabeza acompañados de violentas fiebres que explicarían la causa de su temprana muerte.

Durante su estancia en Bogotá Rivera fue muy activo en los círculos literarios y compartió con los grandes poetas de la época, que comenzaron a apreciarlo a raíz de la publicación de los sonetos de Tierra de Promisión, sonetos que constituyeron su entrada al Olimpo de los grandes poetas de Colombia. Y todavía no había escrito su magistral obra que lo encumbraría a la fama en la literatura de la lengua castellana, americana y mundial. En sus andanzas por los Llanos, resolviendo litigios, conoció a varios personajes cuyas vidas y aventuras entrarían a figurar de alguna manera en su novela.