Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el suicidio es la segunda causa de muerte en personas de 15 a 29 años. El experto Jorge Tavares, psiquiatra, quien participó en un conversatorio sobre este tema, organizado por Red Papaz, señala que ochocientas mil personas se están quitando la vida en el mundo cada año, de estos casos, el 75% se presentan en países pobres o en desarrollo, como Colombia. Otro dato que alarma, del que habló el psiquiatra, es que en un estudio que se realizó en población adolescente, en 59 países de ingresos bajos o medios, los hallazgos mostraron que el 20% de la población estudiada mostraba comportamientos suicidas. Una de las poblaciones de mayor riesgo se ubica entre los 15 y los 17 años, debido a la inmadurez del cerebro, a que son muy impulsivos y a que la frustración, si no la saben manejar, los puede llevar a una conducta suicida.
Otra observación que han encontrado las personas dedicadas a estudiar el tema, es que hay una mayor incidencia en los casos de suicidio a finales del año escolar. También se ha visto que el fenómeno se asocia a casos de matoneo, siendo el acoso escolar un factor de riesgo para el suicidio. Tanto padres de familia como educadores, debemos estar atentos a los signos de alarma que nos hagan sospechar que algo no va bien con nuestros hijos; debemos detectar cambios repentinos en la manera de ser, por ejemplo que un joven que ha sido muy alegre de pronto se vuelve taciturno y retraído, también hay que estar atentos a los cambios en los patrones de sueño o de alimentación.
Si el adolescente comienza a presentar conductas de riesgo como no mirar a lado y lado al cruzar una calle o muestra un interés inusual por los deportes de alto riesgo, o conductas más evidentes, como comenzar a despedirse de las personas, pueden indicar que el adolescente ya está planeando un acto suicida y, por último, nunca desestimar cuando un adolescente manifiesta que quiere quitarse la vida: “ocho de cada diez personas que se suicidan habían hablado de ello”, dice el experto, así que no hay que confundirlo con un deseo de llamar la atención.
Lo que los expertos que participaron en el conversatorio sobre la prevención del riesgo de suicidio en la infancia y la adolescencia recomiendan es actuar lo más pronto posible ante cualquier signo de alarma, el primer manejo se da dentro de la familia, hablando con el adolescente, asegurándole que siempre puede contar con nosotros y que cualquiera que sea el problema que lo está agobiando se puede buscar una solución y tiene nuestro apoyo. Lo segundo es buscar ayuda profesional, sea de un psicólogo o de un psiquiatra, ojalá dedicado al manejo de niños y adolescentes.
También hay que tener en cuenta que no todas las personas que tienen ideas suicidas tienen un trastorno psiquiátrico, pero sí la mayoría, especialmente está muy asociado a la depresión, así que debemos aprender a diferenciar cuando hay tristeza y cuando estamos ante una depresión, la primera es un sentimiento que hace parte de la vida, que debemos permitirnos sentir y experimentar, pero la segunda es una enfermedad para la cual hay que buscar ayuda, como la buscaríamos para cualquier otra enfermedad que padecieran nuestros hijos. Espero que este artículo sea de ayuda para las personas que están atravesando momentos difíciles con sus hijos, siempre es mejor actuar a tiempo que ignorar los signos de alarma y después lamentar un resultado que tal vez se hubiera podido evitar.