Caldas como nuestra Ítaca intergeneracional

Camila Palacio Arce

En La Odisea, Ulises emprende un viaje lleno de desafíos para regresar a Ítaca, su hogar.

Pero su historia no es solo la de un hombre enfrentando monstruos y tormentas; es también la historia de Telémaco, su hijo, quien crece buscando entender su herencia, su identidad y el lugar que ocupará en el futuro.

En esta travesía, Ítaca no es solo un destino geográfico, sino un símbolo del legado, la memoria y la conexión entre generaciones.

Si pensamos nuestra región como una Ítaca compartida, nos enfrentamos a una pregunta clave: ¿cómo hacer de ella un territorio en el que cada generación encuentre su espacio, su aprendizaje y su propósito?

Hoy, en un mundo que avanza vertiginosamente, corremos el riesgo de perder esos lazos esenciales entre jóvenes y mayores, como si Ulises y Telémaco jamás llegaran a encontrarse.

Sin embargo, en esta travesía intergeneracional, tenemos la oportunidad de tejer puentes en lugar de permitir la desconexión.

Las proyecciones demográficas muestran que Caldas enfrenta un crecimiento poblacional moderado, con un aumento bajo entre 2023 y 2024 (1,04% y 1,05%, respectivamente, según el DANE), también que, aproximadamente, el 15% de la población del departamento tiene más de 60 años, una cifra que seguirá creciendo en las próximas décadas.

Este fenómeno implica grandes retos económicos y sociales: garantizar empleos para sostener a la población dependiente, promover una infraestructura adecuada y amigables para el envejecimiento, fortalecer la inclusión social, mejorar los sistemas de salud, pensar en ofertas culturales aptas para todas las edades y un sin número de asuntos por pensar -y resolver-.

Más que un obstáculo, este escenario debe verse como una oportunidad para construir una sociedad donde la experiencia y la juventud convivan en armonía.

Hoy podemos decir que ante este desafío demográfico, estamos tejiendo una red de colaboración, uniendo voluntades y talentos, para marcar una nueva era, en la cual la experiencia y la vitalidad se entrelazan, y hacer que esta región no solo sea un lugar de paso, sino una Ítaca en la que todas las generaciones puedan reencontrarse y reconocerse.

Y lo que queremos lograr es que la edad no defina el potencial, que la jubilación no sea un fin, sino el comienzo de una etapa de plenitud.

Los mayores de 60 años son pilares de conocimiento y productividad, mientras que los jóvenes aportan su energía renovadora.

Juntos, estamos construyendo una sociedad en la cual cada generación encuentra su lugar, donde el aprendizaje y el crecimiento sean constantes, y la economía florece gracias a la sinergia de todas las edades.

En La Odisea, Ítaca no es solo un destino, sino también un punto de partida. Así debe ser nuestra región: un hogar en el que las raíces se profundicen, pero también un territorio desde donde las nuevas generaciones puedan emprender sus propios viajes, sabiendo que siempre habrá un lugar al cual volver. Construyamos juntos nuestra Ítaca, un espacio en el que cada generación aporte su voz a la gran historia compartida y el futuro se construya con la sabiduría del pasado y la energía del presente.