La Red de Ciudades Cómo Vamos publicó el pasado 14 de noviembre la Encuesta de Percepción Ciudadana Comparada de 2023 (se puede consultar acá: https://shorturl.at/R3k46). Tomó las encuestas de percepción que hacen 21 programas Cómo Vamos de país, cruzó los datos y sacó algunas comparaciones.

Cuando se comparan las ciudades, en cada una suele aparecer una tensión entre dos fuerzas: de un lado, la optimista, impulsada por las voces que buscan una promoción de ciudad y la protección de cierta confianza institucional e inversionista; del otro lado, la escéptica, movida por las voces que buscan cambios en el territorio.

Las comparaciones son odiosas, dicen. Pero, a decir verdad, lo odioso viene del uso que se hace con ellas. El optimista puede recurrir a los usos más pobres, como justificar que no estamos tan mal, solo porque el otro está peor. También el escéptico puede recurrir a los usos más injustos, como retomar la comparación para desconocer todo avance, solo porque aún no llegamos al lugar de los demás. Las comparaciones son poderosas si nos empujan a ser mejores, y tanto la mirada optimista o escéptica puede encontrar como darle la vuelta a sus miradas más pobres o injustas. En ese punto se vuelven inspiración, superación, construcción.

Por poner algunos ejemplos de la Encuesta Comparada, miremos un dato como el de seguridad. En Manizales, el 74% dijeron sentirse seguros, lo que puso a la ciudad en la mejor posición de todas las comparadas. Algo lejos de Pereira, que le sigue con el 47%. Sería el lugar perfecto para que aparezca un uso optimista de la comparación, explicando razones y buenas políticas para mantener. Sin embargo, al mirar los asuntos pendientes, puede saltar su mirada más pobre y quedarse en que sí nos falta en algunos frentes, pero al menos nuestra seguridad no es tan baja como en otras ciudades. Me gusta lo primero.

En contraste, la tendencia escéptica, en su mirada inspiradora y de superación, podrá reconocer los logros de acuerdo a los datos de disminución que muestra Medicina Legal, en delitos como homicidios o hurto. Aún así, enfatizará con acierto en el aumento de fenómenos menos perceptibles como la violencia intrafamiliar o los presuntos caso de abuso sexual. Me gusta, también, esto último.

Un dato que pide análisis es la percepción de la salud mental. El 93% de los manizaleños dijeron tener un buen estado de su salud mental en 2023. La mejor ciudad entre todas las que se preguntó, mientras que Buenaventura fue la de menor porcentaje (66%). Digamos que fácilmente un uso escéptico y de superación, que no deje ahogarnos en el optimismo, podrá recordarnos que en ese mismo año Manizales tuvo la tasa de suicidios más alta de los últimos años, según Medicina Legal. Al final, ese acto de cruzar los datos de percepción —de la encuesta—, con los datos objetivos de las entidades oficiales —de los informes anuales o periódicos—, es también una forma de darle vida a los usos más constructivos tanto del optimista como del escéptico.

Finalmente, tenemos datos en los que Manizales se raja en comparación con las otras ciudades. En 2023, último año del gobierno de Carlos Mario Marín, la ciudad ocupó el último lugar entre las demás, al preguntar si creían que mejoró la gestión de recursos públicos. Cuando se le preguntó si la corrupción había disminuido, Manizales fue la antepenúltima con un 5%. Nunca antes nuestra percepción había estado tan mal en asuntos públicos. Esta mirada escéptica que se ha contagiado, con un uso constructivo y menos fatalista, tendría toda la potencia de edificar el siguiente norte de la ciudad.