La actriz mexicana Silvia Pinal, que murió a los 93 años, fue una de las grandes estrellas femeninas del cine de oro mexicano, al lado de Dolores del Río, María Félix y Columba Domínguez, quienes desempeñaron inolvidables papeles en películas al lado de actores como Pedro Infante, Jorge Negrete, Cantinflas, Tin-Tán, Arturo de Córdova y Emilio “Indio” Fernández, entre otros.
México en los años 40 y 50 se convirtió en una potencia cinematográfica latinoamericana desde los Estudios Churubusco, que producía centenares de filmes distribuidos y vistos con entusiasmo en todo el continente desde Los Angeles y Tijuana hasta la Patagonia. Ciudad de México se volvió meca del cine y allí recalaron estrellas como la argentina Libertad Lamarque o las españolas Sara García y Sara Montiel, que divirtieron y emocionaron a millones de personas. El cine mexicano tenía también estrechas relaciones con la industria de Hollywood, que a veces retomó historias suyas para hacer versiones mundiales, especialmente con las máximas estrellas Dolores del Río, Cantinflas y la gran María Félix, sin duda la más grande diva del siglo XX.
Silvia Pinal (1931-2024) fue un emblema del cine mexicano de los años 60, mucho más moderno, que dejó atrás dos décadas de cine popular en blanco y negro caracterizado por decenas de clásicos inolvidables que hoy son de culto y se ven en retrospectivas en cines de arte del planeta. Aquellas películas protagonizadas por María Félix, Jorge Negrete, Pedro Infante, Kati Jurado, Joaquín Pardavé, Ninón Sevilla y Tongolele, entre otros, representaban la profundidad y riqueza ancestral de la cultura mexicana, la vida de las haciendas, los racheros, la ciudad y los pueblos.
Pinal saltó a la fama con tres películas dirigidas por Luis Buñuel, el cineasta surrealista español que desde su exilio en México dirigió una decena de películas fundamentales del siglo XX, como el clásico Los Olvidados, Viridiana, ganadora de la Palma de Oro en Cannes en 1962, Simón en el desierto (1965) y El ángel exterminador (1967), en las que actuó Pinal, cerrando con el broche de oro de Belle de jour (1968), protagonizada por Catherine Deneuve. Aunque trabajó con excelentes directores y productores, fue con Buñuel con quien se convirtió en leyenda.
En los años 60 Pinal compró una mansión del Pedregal de San Angel, al sur de la capital, barrio de arquitectura contemporánea para millonarios y magnates donde también se instaló después Gabriel García Márquez. Allí se hicieron fiestas extraordinarias que llenaban las páginas de la farándula e incluso se filmaron películas de la época ye-yé y go-gó, cuando la diva se casó con la estrella Enrique Guzmán, mucho menor que ella, y padre de su hija Alejandra, estrella pop de los años 90.
La Pinal reinó desde entonces en México gracias a su importante fortuna, contactos con la gran cadena Televisa, el poderoso Partido Revolucionario Institucional (PRI) y llegó inclusive a ser senadora y primera dama del estado de Tlaxcala, al casarse con un gobernador priísta. En ella confluyeron todos los poderes terrenales: arte, dinero, cine, telenovelas, política y la creación de una dinastía con hijas y nietas cantantes y actrices como Silvia, Viridiana, Alejandra y Frida Sofía. Con ella se va una protagonista de la próspera y terrible época de un México en plena bonanza petrolera e industrial del siglo XX, que generaba riqueza, violencia, glamour y pobreza a raudales entre sonidos de rock, jazz, mambo, bolero, mariachis y merecumbé.