‘Errare humanum est’. Durante la transmisión del partido Cali-Fortaleza (Win+, 9/2/2025), el comentarista Farid Mondragón, ante una falla de uno de los porteros, dijo varias veces: “El portero erra el balón”.

Ese verbo es irregular en los presentes de indicativo y subjuntivo y en el imperativo.

Presente de indicativo: ‘Yerro, yerras, yerra; erramos, erráis, yerran’. Presente de subjuntivo: ‘Yerre, yerres, yerre; erremos, erréis, yerren’.

Imperativo: ‘Yerra, yerre; yerren’. Nótese que las irregularidades se presentan en las inflexiones que tienen el acento en la primera sílaba, que corresponde a la raíz del verbo, que, en estos casos, es tónica. El Diccionario panhispánico de dudas anota que en algunos países de América se conjuga como regular, lo mismo que en España cuando significa ‘vagar’.

Sin embargo, en el lenguaje culto deben conservarse sus irregularidades, que, entre otras cosas, evitan la cacofonía de esas formas verbales.

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No siempre al pronombre relativo ‘que’ lo puede reemplazar el también pronombre relativo ‘quien’,

utilizado excesivamente por estas calendas, algunas veces mal, como en el siguiente ejemplo: “...o Ley del Entrenador Deportivo para que todo aquel quien se dedique a la orientación y formación de deportistas...” (LA PATRIA, Protagonista, 10/2/2025).

Inclusive el oído rechaza el empleo del relativo ‘quien’ en esa oración, en la que debe ser reemplazado por ‘que’: “...para que todo aquel que se dedique...”.

Este pronombre especifica la persona o cosa indicada por el antecedente (‘los turistas que aceptaron la invitación fueron a los Termales del Otoño’), o explica lo relativo a lo designado por él (‘algunos turistas, que llegaron fatigados, fueron directamente al hotel’).

El pronombre relativo ‘que’ conviene a los géneros masculino, femenino y neutro’, no así ‘quien’, que sólo establece la relación con personas.

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En una de mis apuntaciones anteriores escribí que en nuestro lenguaje el adverbio de negación ‘no’ tiene muchos y diferentes oficios, algunos superfluos, como en ciertas oraciones comparativas, por ejemplo, ‘es mejor ser rico que no pobre’, frase de Pambelé, a la que le agregué el ‘no’ para ilustrar lo dicho, es decir, que, en esa construcción, el adverbio pierde su naturaleza de ‘negativo’ y redunda, pues ni quita ni pone.

El corresponsal de la Voz del lector Rigoberto Escudero Osorio dice en su misiva que con el ‘no’ “gramaticalmente carece de sentido” (LA PATRIA, 13/2/2025).

No obstante, otros autores, éstos sí de probada autoridad, enseñan lo mismo. Uno de ellos, don Manuel Seco, de la Real Academia Española, afirma: “Aunque es adverbio de negación, hay ocasiones en que carece de todo sentido negativo: ‘es mejor ayunar que no enfermar’ ” (Diccionario de dudas).

Y el gramático Emilio M. Martínez Amador enseña: “Otros ejemplos de ‘no’ que podría excusarse:

«Ella te lo sabrá decir mejor que no yo» (Quijote I, XLI)” (Mega gramatical y dudas del idioma).

También, de don Andrés Bello: “Suele redundar el ‘no’ de la conjunción comparativa ‘que’: «Más

quiero exponerme a que me caiga el aguacero, que no estarme encerrado en casa»” (Gramática de la lengua castellana, 1140).

Finalmente, el Diccionario panhispánico de dudas, de la Real Academia Española, dice: “Se usa con valor meramente expletivo* (...) detrás de la conjunción ‘que’ cuando esta introduce el segundo término de una comparación: Es mejor reír que no llorar (de igual sentido que Es mejor reír que llorar)”. La defensa descansa, señoría, y el lector también.

 

*Expletivo, va. “Dicho de una voz o de una partícula: Que se emplea para hacer más llena o armoniosa la locución, por ej., No me voy hasta que (no) me echen” (El Diccionario).