Me dice el doctor Fernando Gómez Bermúdez que el periodista Luis Carlos Vélez, en su programa de La FM de RCN, termina siempre, al despedir a sus invitados, con la fórmula ‘gracias, muy amable, muy gentil’, y pone en duda la propiedad del empleo del adjetivo ‘gentil’ en esa despedida. Este adjetivo viene del sustantivo latino ‘gens-tis’ (‘raza, especie, estirpe, tronco, tribu’) a través del adjetivo ‘gentilis-e’ (‘que pertenece a una familia, a una casa, a una especie o es parte de ellas’). Antes se les decía ‘gentiles’ a los ‘paganos’ e ‘idólatras’. Y así está en los léxicos hasta la vigésima segunda edición de El Diccionario (2001), que lo define así: “Entre los judíos se dice de la persona o comunidad que profesa otra religión” (pagano). Significa también ‘brioso, airoso, garrido, guapo, apuesto’, etc. Además, ‘amable, cortés’, significación de ‘gentil’ en la despedida del periodista. *De Cervantes: “El jumento está como conviene; la montaña, cerca; el hambre carga: no hay que hacer sino retirarnos con gentil compás de pies...” (I, XIX), es decir, ‘a buen paso’.
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El lenguaje incluyente es nocivo para nuestro idioma, pues lo afea, destruye su estructura gramatical y lo hace farragoso. Lo comprueba el siguiente ejemplo: “...y sus propias posibilidades de ganar unas elecciones presidenciales y pensando en el país, antes que en ellos o en ellas mismas...” (El Tiempo, Marcela Meléndez Arjona, 24/9/2024). Para ser consecuente, la redactora ha debido escribir “...en ellos mismos o en ellas mismas”, para no excluir a los del género masculino. Se refería a los aspirantes –hombres y mujeres– a la presidencia de la República para el 2026. En buen castellano, el solo término ‘candidatos’ incluye a los dos géneros gramaticales, pues se considera de ‘género no marcado’, lo mismo ‘ellos’ en este caso, de tal manera que si hubiese escrito ‘en ellos mismos’ únicamente los habría abarcado a los dos. Y es, además, la forma castiza.
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La coma no reemplaza a la preposición ‘de’. Lo que llamo ‘miedo al dequeísmo’ hace que algunos escritores crean que la combinación ‘de que’ constituye siempre ese solecismo, y suprimen la preposición. Así lo hizo el columnista de LA PATRIA Luis Guillermo Buitrago Castro en la cláusula siguiente, en la que la reemplazó cómodamente con una coma: “Cada vez me convenzo más, que en la vida y en los diferentes escenarios en los cuales participamos, es fundamental tener foco” (30/9/2024). Castizamente, “...me convenzo más de que la vida...”. En esta construcción, y para saber si se usa la preposición, se hace la pregunta ‘¿de qué estoy convencido?’. Entre paréntesis, sobra la coma después de ‘participamos’. El ‘dequeísmo’ se configura únicamente con los ‘verbos enunciativos’, como ‘decir, jurar, advertir, anunciar, pronosticar’, etc., por ejemplo, ‘dijo (de) que no iría a la reunión’, en el que sobra la preposición. En ésta, la pregunta es: ‘¿qué dijo?’
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Se le dice ‘fallecido’ a quien ‘perdió la vida’ de cualquier manera. Por esto, un lector se pregunta si es correcto el siguiente titular de El Espectador: “Los fallecidos perdieron la vida en dos accidentes en dos minas del departamento” (2/10/2024). Estos accidentes ocurrieron en los municipios de Cucunubá y Tausa, de Cundinamarca. Aunque se podría argumentar que con ese titular su redactor pretendió especificar la desgracia y los lugares donde se presentó, no deja de ser, por lo menos, pleonástico, por lo antes expresado. Y es que, además, hay otras formas de manifestar lo mismo castizamente, verbigracia, ‘tres mineros perdieron la vida, o fallecieron, en dos sitios diferentes...”. Siempre, buscándole la comba al palo.