El ‘gerundio’, derivado verbal, ha sido tema de innumerables escritos, pues tiene muchos aspectos dignos de estudio. Me referiré únicamente a dos de ellos: el primero, que considero la regla de oro para su empleo, es la simultaneidad de las acciones de su agente, por ejemplo, “Toda la noche la pasó gimiendo / su compañero en el laurel vecino” (‘La tórtola’, Epifanio Mejía). En él, las acciones son ‘pasar’ y ‘gemir’, que se realizan al mismo tiempo, elemental. El segundo, el agente que ejecuta la acción del gerundio, que, por ser éste eminentemente activo, no puede ser algo inerte o inactivo, como en el ejemplo clásico de ‘un bulto conteniendo aguacates’, frase que debe ser reemplazada por un ‘bulto de aguacates’. Esto mismo se aplica a ‘leyes, decretos, disposiciones’, etc. Razón por la cual está mal empleado en la siguiente oración: “Son reiteradas y explícitas las disposiciones legales decretando que los nativos fueran tratados como personas libres...” (El Tiempo, Alberto Escobar Wilson White, citado por Melba Escobar en su artículo “¿Conquistador malo, nativo bueno?”, 9/9/2024). Una de las construcciones castizas puede ser ésta: “...disposiciones legales con las que se decretaba...” o “...que decretaban...”.
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La coma del ‘vocativo’ no es un capricho ortográfico: no es lo mismo ‘oye, Juan’, que ‘oye Juan’. En la primera frase se le hace un llamado a Juan; en la segunda, se dice que Juan oye. Después del partido de la selección femenina de fútbol, en el que sus integrantes perdieron con las holandesas, en un titular de pantalla de las noticias de Caracol se leía: “¡Gracias guerreras!” (16/9/2024). Así, sin la coma, quiere decir que ‘las gracias son guerreras’, porque, sin ella, el término ‘guerreras’ se convierte en un adjetivo que califica el sustantivo ‘gracias’, como en la expresión esnobista ‘¡gracias totales!’. “¡Gracias, guerreras, muchas gracias!”. Así. El caso vocativo sirve para llamar, invocar, imprecar, llamar la atención, conminar’, etc., y siempre, sin excepciones, debe ir entre comas o antecedido o seguido por una coma. La infracción de esta norma ortográfica es muy frecuente.
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El verbo ‘pernoctar’ (del latino ‘pernoctare’, compuesto de la preposición ‘per’ -‘a través de’- y ‘nox-noctis’ -‘noche’) significa únicamente ‘pasar la noche’, especialmente en un lugar que no es el habitual, lo que expresamos coloquialmente con el dicho ‘amanecer fuera del potrero’. El columnista de LA PATRIA Gabriel Eugenio Tobón Correa usó ese verbo equivocadamente en esta pregunta: “¿Qué vamos a hacer para que los turistas nacionales e internacionales pernocten un día más en la ciudad...?” (16/9/2024). Evidentemente, ‘pernoctar de día’ es una incongruencia, como decir ‘trasnochar de día’. “...que los turistas pasen un día más...” o “...que pernocten una vez más...”, lógicamente. Fue, sin duda, un desliz, pero, como digo, así quedó impreso para siempre.
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Infructuosa ha sido mi lucha contra el mal empleo de la locución verbal ‘tratarse de’, que, por ser impersonal, no admite sujeto y se usa siempre en singular. Con el paso del tiempo van aumentando los infractores, inclusive escritores que, se supone, tienen un bagaje intelectual sólido. Es el caso de la columnista de El Tiempo Marta Lucía Ramírez, que violó esa norma gramatical de todo en todo, puesto que no sólo le asignó un sujeto, sino que lo hizo en plural: “De eso se tratan las soluciones presentadas por más de 50 abogados internacionales...” (“CPI requiere transparencia y diligencia”, 9/9/2024). Como Dios manda, “...en eso consisten las soluciones...”. Y es que, además, suena mal, y si suena mal...