La Real Academia de la Lengua acogió en su vigésima tercera edición (2014) el neologismo ‘introyección’ (del adverbio latino ‘intro’, -‘dentro de’, y el verbo ‘iacere’, ‘arrojar’) con la siguiente definición: “En el psicoanálisis, proceso inconsciente por el cual un sujeto incorpora actitudes, ideas, creencias, etc. de un individuo o grupo de individuos, previa identificación con ellos”. El columnista Luis Felipe Molina R. habló de esto en su escrito del primero de julio de 2024:   “Hablemos de la introyección psicológica...” (LA PATRIA). Hasta aquí, bien. Pero luego escribió: “Los valores introyectos pueden ser una espada de doble filo”. Este participio pasivo o pasado está incorrectamente construido, porque, a pesar de que la misma fuente no trae el verbo ‘introyectar’, que debería*, la terminación de esos participios de la primera conjugación es ‘-ado’, como del verbo ‘inyectar’, ‘inyectado’. ‘Introyectado-a’, gramaticalmente correcto. Digo que ‘debería’, porque, generalmente, el sustantivo es la ‘acción y efecto del verbo’, por ejemplo, ‘inyección’, ‘la acción y el efecto de inyectar’. Es la lógica de la gramática. 

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“Amigo mío es Platón, pero más amiga la verdad”, decía Aristóteles cuando no estaba de acuerdo con lo que afirmaba su maestro. Recordé esas palabras al leer lo que escribió el corresponsal Elceario de J. Arias Aristizábal en sus cuatro letras a la Voz del lector: “Los ricos contra los pobres siembran maniqueísmo a dos manos con el epímone de los ricos son malos y los pobres son buenos” (LA PATRIA, 3/7/2024). Éste no es ejemplo de ‘epímone’: del griego ‘epimoné’ (‘detención, retraso, insistencia’), esa palabra es una figura literaria “que consiste en repetir sin intervalo una misma palabra para dar énfasis a lo que se dice”, por ejemplo, ‘los pobres tienen muchas necesidades, necesidades ni Guspéu ni nadie remediarán’. Consiste también “en intercalar varias veces en una composición un mismo verso o una misma expresión”, verbigracia, ‘No estamos aquí para mendigar. No estamos aquí para llorar. No estamos aquí para arrodillarnos ante nadie. Estamos aquí para exigir nuestros derechos’. La frase del corresponsal podría ser una ‘contraposición de dos afirmaciones falsas’, porque ni todos los ricos son malos, ni todos los pobres, buenos. 

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El término ‘tanto’, que puede ser adjetivo, adverbio y pronombre, se apocopa única y exclusivamente cuando antecede inmediatamente a la palabra que afecta, por ejemplo, ‘tan bueno como el pan’. Olvidaron esta norma gramatical, casualmente, el mismo día (3/7/2024) y en la misma página, dos excelentes columnistas de El Tiempo, que esto escribieron: “Los procesos siguen siendo tan o más lentos que antes”  (Alfonso Gómez Méndez). “¿Serán tan o más corruptos que la clase política tradicional?” (Gustavo Duncan). “...tanto o más lentos...”, “...tanto o más corruptos...”: hasta el oído acepta estas construcciones gramaticales. Al mismo oído le suena más armoniosamente esta variante del segundo ejemplo: “...tanto o más corrompidos...”: el uso exclusivo del participio irregular de ‘corromper’ –‘corrupto’– está haciendo olvidar el regular. Nota: cuando empecé a estudiar castellano, nos enseñaban que decir ‘rompido’ (participio regular de ‘romper’) era un error. Es castizo, aun cuando el irregular ‘roto’ sea el más empleado. 

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‘Sujetar’ tiene dos participios: el regular, ‘sujetado-a’, y el irregular, ‘sujeto-a’. Éste se usa únicamente como adjetivo, no como parte de los tiempos compuestos del verbo. En ambos casos, es variable en género y numero. ‘Sujeto’ puede también hacer las veces de sustantivo masculino, por ejemplo, ‘fulano de tal es un sujeto despreciable’. Es también del género masculino cuando significa ‘asunto, tema’ y cuando es el agente de la acción del verbo.  Así mismo, masculino únicamente cuando es “la parte obligada en una relación jurídica”. Por esto no es castizo el femenino en la siguiente declaración que, según Don Cecilio, hizo el gobernador de Nariño por La W Radio, en el noticiero matinal del 3 de julio de 2024, refiriéndose a la carretera Popayán-Pasto: “(...) para asegurar que la vía sea SUJETA de derecho”. “...que la vía sea sujeto de derecho”, correctamente, porque aunque toda comparación cojea, con el femenino es como decir que en la oración ‘Josefina lavó la ropa’, ‘Josefina’ es la ‘sujeta’.