Golazo el de Michael Barrios, por su elaboración y la definición. Llegó de repente, cuando el empate era un premio desmedido ante la conformidad.

El fútbol del Once Caldas, en esos pasajes, entre sombras, errático, feroz en la lucha, sin ideas en el juego. Con Mateo García buscando y encontrando, por pasajes, su mejor nivel, al lado de Iván Rojas, activos en la recuperación con problemas en la elaboración.

Incomodo el blanco. Enredado por un rival torpe que se fue desinflando a medida que el tiempo pasó. Ni talento, ni cabeza. Se fue Dorrego, entró Zuleta y la pelota rodó mejor. Herrera dio en la tecla con la sustitución.

Desde el comienzo, la jugada que empezó Aguirre con intuición, olía a gol. El balón suyo, el manotazo preciso, Zuleta en libertad sin marcas a su alrededor, con largo recorrido y el balón en sus pies.

Dayro como apoyo en la gestión. Temporizó el goleador, aguantó unos segundos, miró de reojo a Zapata, quien se tragó la banda en velocidad. Centro preciso, de esos que irremediablemente terminan en gol.

Barrios, inspirado, entró con el balón a la portería. Sobrado. Como lo hacíamos en el barrio para humillar al rival.

Aguirre, líder con sus atajadas, perdió el control al negar un error, grueso error, cuando el balón se escurrió entre sus brazos, en el tramo final. Impropio en él.

Se “pasó de rosca” con impensadas consecuencias. Fue grande su agitación. Se salvó de la expulsión.

Aunque encaramado en la tabla, en los lugares de privilegio, el fútbol del blanco no es convincente aún. Lleno de altibajos, no encuentra el “dialogo futbolero” entre jugadores, con el balón.

 

Banano

Murió mi amigo, Jaime Escobar. Ingeniero agrónomo, apasionado por el fútbol, especialmente el del ayer. Portero “tanga” de la época, en el ámbito recreativo. Nada tapaba. Conversador genial. Mamador de gallo, billarista, coqueto en su juventud. Empresario, político, entrevistador, escritor y narrador.

Con el tiempo cambió. Se fue de los micrófonos, tras un paso fugaz. De la vida alegre. Se dedicó a estudiar. A trabajar. Ocupó destacados cargos públicos, formó una familia maravillosa y ejemplar y se estabilizó como personaje en la ciudad. De él, una y mil anécdotas.

Un día cualquiera, nos volveremos a encontrar, para tertuliar con su peculiar pasión. Con “chalo” González, un destacado futbolista de Manizales, que jugó en la selección.

Con Jairo Gómez Chica, Javier Giraldo Neira, Jorge Enrique Toro, “Caín” y Gilberto Aristizabal, “mecato”. Todos ya en el camino de Dios, en la eternidad.