"Es triste el viaje de un equipo entre derrotas, que lo tuvo todo, prometió títulos y se quedó con las manos vacías".
La frase resalta, como eje de la motivación para el Once Caldas, al comienzo de los cuadrangulares, los que enfrenta sin favoritismo, en desventaja por su nómina, pero con la fe intacta, la de todos sus seguidores, esperando una buena campaña.
Como lo es el recuerdo inolvidable de otros títulos como el de la Libertadores, conseguidos sin pronósticos favorables, sin estrellas en el equipo, con humildad, en medio de la incredulidad de los críticos.
Todo es posible.
Los peores momentos del Once, de este Once, quedaron en el pasado. Ya no se ve la bruma del descenso.
Por ello es tan importante reconocer, por parte de los futbolistas, el contenido emocional de la camiseta. Todo lo que representa para el pueblo.
Llegó de nuevo la hora de jugar por el triunfo, por el hincha y no solo por el sueldo.
Para vencer a los grandes, hay que sumarle ganas al fútbol, con extrema concentración, con simpleza y efectividad en tácticas y estrategias, con derroches físicos, sin obstinación en las decisiones del entrenador.
Con actitud de triunfo, con mentalidad ganadora, sin complejos de inferioridad. Jugando cada partido como si fuera el último.
El público que sigue el fútbol sabe recompensar el esfuerzo. Valora las razones del juego y de los triunfos. Entiende el sentimiento y la pasión por el club.
Exalta a las figuras, cuando lo dan todo, pero rechaza a los “chicos plásticos”, jugadores de momentos, de aportación discontinua, inferiores a los retos, aquellos que le dan más importancia al espejo que al aplauso.
Algunos que piensan más en los kilómetros recorridos que en la calidad del desempeño.
"La resignación es un suicidio".
En las puertas de las finales y semifinales, lo importante es decantar los objetivos. Saber que se busca en el paso a paso competitivo cuando se acelera el torneo. Primero la clasificación a la suramericana, luego el paso a las finales, si es posible, y por qué no un título.
No existe ninguna barrera real o imaginaria que lo impida.
Es hora de reafirmar que, para los futbolistas, el público sí importa. Pero rebajando el nivel demagógico de los discursos, acudiendo a los hechos como relevo de las palabras ociosas, embaucadoras. Con los pies en el piso.
P.D.: El proceso de renovación de contratos marcha por buen camino. Es la valoración exacta de lo aportado durante la temporada. Más de diez jugadores se marchan sin justificarse con rendimiento.