No es el dinero invertido, es el carácter, es el criterio. Es la pasión en cada juego, es el espíritu competitivo, con sus influencias.

Parece de ensueño el presente del Once Caldas, con amor firme de sus seguidores y entrega absoluta de los jugadores, para rebasar las previsiones de expertos en sus pronósticos.

El realce de la campaña se da de nuevo, tras superar los quebrantos emocionales propios de las restricciones en el plantel, los altibajos de rendimiento, las ausencias por transferencias, deserciones o lesiones y los resultados perdidos en los últimos minutos.

Se vio en el reciente partido, jugado sin complejos, para justificar la victoria que pulverizó los presagios.
Fue un equipo, serio, simple, con pocas desconcentraciones y efectivo en su ofensiva con dos goles en tres ataques directos. Con una dimensión mesurada en la primera parte, sin crisis nerviosa de sus seguidores, para desconectar con autoridad a su oponente en el complemento.

El Once le pintó la cara a Junior, con goles de categoría, dejándolo con grietas, como lo hizo ante el América hace poco. Ambos con plantillas de lujo, opcionados, a pesar de sus contratiempos.

Demostró con ello que el fútbol no es una línea recta que se traza de principio a fin, sin obstáculos. Que no es un simple asunto de cartera con billetes. Es, este bello juego, una caja de sorpresas.

Razones que así lo justifican la actuación de Aguirre en el penalti, que reafirmó los afectos del público; la velocidad de Barrios, sensación en las finales; el silencioso trabajo de Rojas, Cuesta, Riquett y García.

El tercer gol que malogró Contreras, en un contragolpe fulminante; los goles de Dayro y la calidad de la cara interna del pie zurdo de Beltrán en el gol de la victoria.

La compactación del grupo, solidario sin desfallecimientos, para confrontar de igual a igual, a pesar de la carencia de relevos de lujos, como los tienen sus oponentes.

Fue preventivo, de rápidas reacciones, picante en sus esporádicos ataques, con energía y ritmo, sin escudarse en el árbitro, evitando y asumiendo riesgos. Pero no fue este el partido mas importante. Lo es el siguiente, ante el América, de alto riesgo, porque en este paso a paso hacia la cumbre, como escolta del líder, el Tolima, el Once también es candidato, lo que no permite vacilaciones ni descuidos. Para un título el único camino es la victoria.
El fútbol es el máximo productor de emociones, conversaciones y controversias. Se siente en la antesala del penúltimo duelo de la serie. Manizales de fiesta.

Nerviosos los compases finales, sin margen de error, en una campaña que parece un milagro. Hace solo once meses, el máximo objetivo era salvar el descenso. El Once transitaba en la retaguardia de las tablas, posiciones que, por su historia, no le corresponden. Lo de hoy es sorprendente.
P.D.: Si no está en las mejores condiciones, Mateo García no debe ser alineado este miércoles. Lo enseña la experiencia a pesar de los apremios. Rojas, por rojas acumuladas, ausente. El colmo de los colmos… el pedido de Lucas Ríos: “el técnico o yo?” ¡chiflado!
De nuevo la vocería de Jaime Pineda: a la fecha no hay comprador para el Once Caldas. Bueno es descifrar cuál es el propósito de tantas especulaciones en los medios.