Enfrentamos a diario la parodia del comunismo, inexistente en el mundo, pero bajo cuya fachada se disfrazan varios regímenes dictatoriales y otros que no lo son. El comunismo fue planteado teóricamente hace ya muchos años. Comenzó como el “comunismo utópico” que planteaba una sociedad ideal basada en la igualdad y ausencia de clases sociales. Sostenía que los bienes de una sociedad debían ser una propiedad común. Surgió con las ideas de Karl Marx y Friedrich Engels, apoyados en las ideas premarxistas de Owen en Inglaterra y Saint-Simon y Fourier en Francia. Vio su fin con el movimiento socialista de la asociación internacional de trabajadores que influyó muchas corrientes que no eran comunistas.
Apareció entonces el comunismo científico, que pretendía ir más allá de conceptos filosóficos y abstractos. Para estos era necesaria la lucha de clases y solo se podía hacer realidad con la revolución del proletariado. Era una corriente tan difícil de llevar a la realidad que fracasó en todos los países que la acogieron. Ahora tenemos a Rusia que de comunista no tiene nada y China que se convirtió en un emporio de capitalismo hipócrita, pero autoritario. 
Quedan algunos rezagos de la historia, que lo tienen en sus países, cuando la verdad son dictaduras sin escrúpulos y sin límites. Eso lo demuestra la Cuba de los Castro, que murieron riquísimos en medio de una pobreza generalizada de su población. Nicaragua con Daniel Ortega, que salió del frente Sandinista de Liberación Nacional y ha establecido una dictadura sin escrúpulos, poco preocupada por el bien común. Corea del Norte, conocida por la corrupción y la falta de libertad de expresión y opinión. La política de Pionyang con Kim Il-sung es una república socialista basada en la ideología Juche, totalitarista, unipartidista.
Teníamos por otro lado la acción excremental de las economías de capitalismo salvaje, que presentan aparentes progresos, pero que en realidad concentran el poder económico y político en minorías privilegiadas a las que no tiene acceso la gente del común, solo la necesaria para hacerles el trabajo, explotarlos y despreciarlos en las decisiones de alto nivel, conformando mayorías pobres que sufren las consecuencias de un liberalismo depredador que no cumple funciones sociales.
Solo nos faltaba la Venezuela convertida por Chávez y refinada por el chofer de trolley, Maduro, con su esbirro, el matón Diosdado Cabello, cuyos hijos se pasean en Europa en Ferrari de oro, al mejor estilo narco, pagado con el dinero que se roban en su país. Vagabundos sin escrúpulos, con constituciones en miniatura que violan a diario para mantenerse en el poder. Esos maleantes que volvieron mierda Venezuela, invocando con farsa la nación Bolivariana, cuando son todo lo contrario de las gestas libertarias de Simón Bolívar. Y hay tarados que les siguen el juego, desde los militares, los politiqueros baratos que se roban todo, hasta las clases más pobres que siguen teniendo añoranzas de cadenas. Esta @txago_2, que usa la bandera roja con hoz y martillo, diciendo que lucha contra toda villanía, con una hoz de rebeldía y un martillo de protesta. Ha llegado el fin de la falsa revolución bolivariana. Serán días o meses, pero caerán ojalá presos por narcotráfico y por todos los robos que le han hecho al hermano país. Venezuela se tiene que sacudir de los animales que la gobiernan.
Colombia no puede seguir esos pasos. Tenemos que ser un estado Social de Derecho en el que quepan los ricos, pero nos preocupemos por acabar con las vastas mayorías de pobres. Solo así podremos tener un país decente.