Hablar cada semana de la gente que hace la diferencia no es fácil. Hay que encontrar personas que, con su cotidianidad, con su actividad personal y social, sea ella discreta o no, hacen la diferencia. Son muchos, no hay que dudarlo, pero escribir sobre ellos no es tarea fácil, aunque lo parezca. Hoy hablaremos de una persona que ha realizado un trabajo arduo y continuo, que benefició a mucha gente en su profesión mientras la ejerció y lo hace ahora con muchas personas más, en su actual actividad diaria.
Su padre, Carlos Enrique Gómez Becerra, era un hombre que vivió en Manizales y fue ciudadano ejemplar. Manejó con cuidado y esmero su empresa, haciéndola próspera en medio de las dificultades que representaba la topografía especial de la ciudad. Su madre murió cuando sus hijas eran niñas y fueron “adoptadas” por una tía, que era maestra de kínder. Ella las cuidó y protegió, estuvieron juntas hasta el día en que falleció, a los 98 años, en octubre de este año.
Tenían dos hijas, Claudia y Mónica. Las dos estudiaron Medicina en la Universidad de Caldas. La mayor hizo su especialización en Psiquiatría, en la Universidad Javeriana, la que ejerció con dedicación en Manizales, donde fue docente universitaria entre 1992 y 2008. Dejó el ejercicio porque por la muerte de su padre se tuvo que dedicar por completo a manejar la empresa que él había consolidado. La menor, Mónica, también estudió en la U. de Caldas, hizo su especialización en China, becada por dicha República, en Pekín, y fue la primera que lo hizo en medicina tradicional china en nuestro entorno, especializada en acupuntura y moxibustión. La hizo de verdad, no como tenemos en Colombia cantidad de médicos dedicados a la acupuntura y la medicina alternativa, con cursitos de tres meses, la mayoría realizados en Popayán, con los que hacen su ejercicio.
Hablo de Claudia Cristina Gómez Londoño. Una mujer excepcional, honesta, trabajadora y luchadora incansable. Maneja Socobuses, donde hay cerca de 500 empleados de los que dependen miles de personas. Es contestataria, pero respetuosa. Tenía un centro llamado Lavautos en la avenida Paralela, local al que le añadió lo que era la empresa Mazda.
Cuando se presentó el problema con la entrega que un alcalde quiso hacer del sistema de transporte a un grupo salido de la nada, del que hablé muchos años atrás, que se encargaría de recolectar los dineros del servicio de transporte público; fue tal la magnitud y el detalle con los que conté en siete artículos los pormenores de esa empresa, que terminaron por retirarse.
La “venganza” del burgomaestre no se hizo esperar. Llegó al extremo de cambiar la ubicación de la avenida que comunicaría la zona de Confamiliares hacia abajo, en la vía paralela que lleva a Villamaría, con la 51 hasta la avenida Kevin Ángel, haciendo una horrorosa e inútil variante, que, saliendo de un punto absurdo, no lleva a ninguna parte. Millones dilapidados en basura vial. Pero con eso le perjudicaba su negocio que tuvo que cerrar para poderlo reubicar con altísimos costos.
Me siento orgulloso de ser amigo de esa mujer que tiene una inteligencia superior a lo normal, que es apasionada por lo que hace, siendo un ejemplo en Manizales, de lo que es la lucha y el pundonor. Por ser una persona intachable, honesta y trabajadora, que ha contribuido al progreso de la ciudad, ella se merece todo el aplauso y reconocimiento. Es digna de admirar.