He venido escribiendo de aquellas personas que se destacan en una sociedad por sus acciones en beneficio de esta. No podríamos dejar de hablar de una familia y su empresa, que, siendo emblemáticas en nuestro medio, tienen acción en todos los rincones de Colombia.

 

La historia de esta empresa viene de 1904, cuando fue fundada en Manizales por José Jesús Restrepo Botero y Alfredo Restrepo Jaramillo, con el nombre de José Jesús Restrepo y Cía. que se dedicó a la producción de chocolate.

 

Han pasado 120 años y la empresa después de superar la crisis que produjo su destrucción física en la planta de Manizales, tuvo unos socios que, con emprendimiento y coraje, enfrentaron la adversidad y continuaron con su proyecto, consolidándolo como una de las dos empresas chocolateras más importantes de Colombia.

 

Los que no conocen su historia creen que ha sido fácil, pero están equivocados. Su éxito se deriva del compromiso de toda una familia y varias generaciones en el manejo y consolidación de esta. Fue trasladada a Bogotá, pero su sede principal en lo administrativo sigue siendo Manizales.

 

Hoy se encuentra dirigida por profesionales que no están relacionados con la familia, dedicados ahora a manejar su Junta Directiva.

 

Fuera del auge que tuvo como empresa, con la dirección de sus accionistas se convirtió en la empresa que compra más cacao a los pequeños cultivadores a lo largo y ancho del país, consolidando una función social de importancia fundamental, cuando benefician a miles de familias dedicadas a la producción del cacao en pequeñas parcelas.

 

Además, tuvieron el buen ojo avizor para emprender grandes cultivos de café y construir en Chinchiná un centro experimental en el cual desarrollan sus productos, sometidos a riguroso escrutinio y estudio. Agregado a lo anterior son grandes productores de aceite de palma, cultivo al que le han dado gran importancia.

 

Alfredo Restrepo en Manizales con su esposa, Silvia, y sus hijos han manejado la empresa con la participación de sus familiares en Cali. Este trabajo cuidadoso y bien planeado, con determinación y siguiendo siempre los mayores estándares de tecnología y cuidado de la naturaleza, la hacen una empresa de altísimo valor económico, con altos niveles de ética, investigación y respeto por el medio ambiente. El respeto por sus empleados es la base de buena parte del éxito.

 

Pero no es solo cacao, café y palma. La empresa dio un giro que la ha caracterizado como una de las pioneras en la función social, con el concepto de que no se tata de acumular riqueza sin límite, sino que eso tiene que producir beneficios a la sociedad en medio de la cual actúan.

 

Por eso es digno de mencionar su compromiso social con fundaciones como el centro universitario del SES en Manizales y la Fundación Valle de Lili en Cali, donde invierten cantidades inmensas de dinero en mantener hospitales con última tecnología, que tienen función social, con lo cual entregan a sus pacientes la mejor atención y los mejores servicios.

 

La labor de todas las generaciones de esta familia debe ser reconocida, pero especialmente la de Jaime y su familia en Cali y la de Alfredo y la suya, incluida su esposa, Silvia, sus hermanas e hijos en Manizales.

 

Personas como ellos hacen la diferencia y son dignos de toda la admiración y el aplauso. Gente buena y honesta que sabe el valor de la función social, el de compartir riqueza con los que no la tienen. Mil felicitaciones para una familia ejemplar.