Para hablar de personas que han sido actores sociales ejemplares, no podemos pasar por alto a Simón Vélez, un arquitecto que le dio un giro de dimensiones mayúsculas a la construcción con materiales naturales, que se renuevan y no contaminan. Hablamos de la guadua y el bambú. Después de haber estudiado en la Universidad de los Andes, bajo las enseñanzas de magníficos profesores y con la influencia de Charles-Édouard Jeanneret-Gris, más conocido a partir de la década de los 20 como Le Corbusier, y la influencia de la escuela de Bauhaus de arquitectura, diseño, artesanía y arte, fundada en 1919 por el alemán Walter Gropius en Weimar, siempre ha estado interesado en ir más allá de lo establecido, se dedicó a estudiar la arquitectura indígena y allí descubrió el uso de la guadua, incorporándola en todos sus proyectos arquitectónicos y sembrando un hito que cambiaría para siempre el concepto de materiales naturales, su resistencia y su duración en el tiempo.

Fue así como diseñó y construyó en el Recinto del Pensamiento el Pabellón Zeri, que ha sido una construcción emblemática en Manizales. Se avecinaba la Feria de Hannover (Alemania) en el año 2000, cuando el doctor Mario Calderón Rivera (Q.E.P.D.), presentó el proyecto del Pabellón Zeri para dicha Feria, que fue inicialmente rechazado por sus organizadores. Un amigo que tenía el doctor Calderón hacía parte de la dirigencia de dicho evento, vino a Manizales con escepticismo para ver de qué era que estaban hablando. Entonces sometieron el Pabellón Zeri a pruebas técnicas. La primera fue colgar de los extremos de sus alerones, barriles llenos de agua que pesaban muchos kilos; cual sería la sorpresa del visitante cuando vio que la deformación elástica del techo era mínima y que recobró su alineación inicial cuando le quitaron los toneles, sin sufrir deformidad plástica (la que no retorna a lo normal).

Siguió entonces la segunda prueba, consistente en poner los toneles por montones sobre los pisos de la construcción. Mas sorprendido quedó el visitante cuando vio que no se producía variación alguna. Terminó con la prueba para los vientos huracanados, que como no se producen en Manizales, se simularon con grúas que halaron con fuerza inmensa el Pabellón, sin que se moviera un milímetro. Esto me lo contó el doctor Calderón.

Desconcertado con eso, el alemán dio el concepto favorable y Simón se desplazó a Hannover para construir el pabellón allá, con empleados y maestros llevados desde Colombia. “Diseñó y construyó un pabellón de guadua de 2.000 metros cuadrados para la Zeri (Iniciativa de Investigación para las Cero Emisiones)”. Esta estructura tenía guadua, algo de cemento reciclado, cobre en las bases de los troncos de guadua y paneles formados a su vez por una mezcla de terracota, cemento y fibra de bambú. Fue el pabellón más notorio visitado por más de 6 millones de personas, siendo el que más gente llevó de la exposición de Hannover. Hoy todavía se conserva intacto.

Simón diseñó el proyecto de Nankun Shan, en China, el más grande del mundo; la Catedral Católica Provisional Nuestra Señora de la Pobreza, en Pereira; el puente Jenny Garzó en Bogotá, que es emblemático y hermoso; también la Catedral Sin Religión, en Cartagena; además construyó el Museo Nómada del Zócalo, en Ciudad de México. Son numerosos los países alrededor del mundo donde realizó el manejo estético de los materiales de la naturaleza en la construcción. Personas como Simón Vélez son las que hacen historia y pasarán sin ser olvidadas.