El próximo 3 de febrero se cumplen 90 años del nacimiento de Estanislao Zuleta Velásquez, uno de los filósofos y pensadores más importantes del siglo XX en Colombia. Su padre, Estanislao Zuleta Ferrer, era un abogado que iba en el mismo avión donde también pereció Carlos Gardel (24 de junio de 1935). En su brillante vida académica, se destacó por haber sido un insigne conferencista de temas económicos, sociales, culturales y por supuesto filosóficos.
Durante el Gobierno de Belisario Betancur y como asesor de las Naciones Unidas, se dedicó a dictar conferencias en materia de derechos humanos. Una de ellas, denominada “La Democracia y la Paz”, la ofreció en el campamento de Santo Domingo en el departamento del Cauca en mayo de 1989 a un grupo de guerrilleros en proceso de desmovilización del entonces M-19. Este movimiento subversivo surgió como consecuencia del fraude electoral de las elecciones presidenciales colombianas de 1970 realizado para favorecer al conservador Misael Pastrana Borrero.
Los recientes hechos políticos de Venezuela, relacionados con el tercer mandato de Nicolás Maduro, resultaron oportunos para redescubrir el pensamiento de Estanislao Zuleta, sobre las dificultades derivadas de la defensa de la democracia: muchos medios de comunicación, gran parte de la sociedad y la clase política tradicional han reprochado su acto de posesión, dada la falta de transparencia de su reciente proceso electoral y que vienen conduciendo a dicho país hacia la consolidación de un poder dictatorial.
Sin embargo, desde una perspectiva histórica no se observa una similar reacción cuando se trata de golpes de Estado contra gobiernos legítimamente constituidos, como los realizados en Chile por Augusto Pinochet o por la Junta Militar en Argentina liderada por Jorge Rafael Videla, gobiernos ilegítimos que contaron con el beneplácito de los Estados Unidos y de la mayoría de los países latinoamericanos como Colombia. Luego, no es cierto que exista una posición política universal de rechazo a cualquier manifestación dictatorial. En tal sentido, una invocación en defensa de la democracia resulta a lo menos contradictoria. Rechazar al Gobierno venezolano no implica rechazar a uno de sus principales aliados, China, símbolo de una incontrolable postura imperial absolutamente procapitalista, pero para nada democrática. El propio expresidente Duque presentó una ofrenda floral el 31 de julio del 2019 en el monumento a los Héroes de la Revolución comunista de Mao Tse Tung; en el refranero multilingüe de uso actual se dice que “por la plata baila el perro”.
El expresidente Uribe pide una intervención militar en Venezuela, pero olvida que su reelección fue el resultado de uno de los actos más corruptos en la historia de Colombia que llevó a prisión a sus asesores Bernardo Moreno, Sabas Pretelt, Diego Palacio y la excongresista Yidis Medina. Estanislao propuso salir del maniqueísmo, apostar por la defensa del pluralismo y por la praxis de los derechos como manifestación de la democracia. Yo agregaría coherencia argumentativa y autoridad moral. Mientras Venezuela resuelve sus problemas, luchemos por nuestra democracia, que no es precisamente ejemplarizante.