Mientras que a la pobre Han Kang le aparecen más amigos de los que ella misma sabía que tenía para hablar maravillas sobre sus novelas, cuando en esta misma tribuna hace casi exactamente un año nos quejábamos a viva voz de lo prácticamente imposible que era encontrarlas en el mercado español, ya no digamos en el colombiano, es importante tomarnos un instante para acallar la pirotecnia y honrar a todas las víctimas colaterales que deja su más que merecido encumbramiento en Estocolmo.
Que, aunque constituye una inapelable victoria en toda regla para la literatura, no por ello deja de ser, de forma absolutamente involuntaria, una noticia catastrófica para muchos otros. Son las cosas que tiene la competencia.
Primero, perdieron todos los demás escritores asiáticos que, con más primaveras encima que Han Kang (53), ven reducidas e incluso en algunos casos aniquiladas sus alternativas de entrar en el Olimpo literario. Ko Un, poeta coreano de 91 años, es de lejos el más afectado, particularmente por la media estadística que otorga un Nobel cada 12 años para las letras asiáticas y las líricas. También la china Can Xue de 71 años y líder indiscutible en las casas de apuestas en 2023 y 2024, pues al coincidir tanto en raza como en género con la ganadora seguramente verá sus posibilidades tremendamente mermadas en las quinielas de 2025, tal y como le ocurrió al keniano Ngugi Wa Thiongo cuando ganó el tanzano Abdulrazak Gurnah (Nobel 2021). Y, como siempre, el japonés Haruki Murakami (75), quien a estas alturas ya debe estar en paz con su condición de carne de meme.
Segundo, perdió la literatura hispanohablante, la cual acumula ya 14 años desde aquella lejana mañana de 2010 en que Mario Vargas Llosa cortó nuestra sequía de gloria, la misma de la que ya hacen eco los principales suplementos culturales de Europa. Aún así, hay dos buenas noticias: por una parte, estamos contemplando la resurrección del argentino César Aira, quien tras salir del sonajero de candidatos durante la pandemia ve su nombre ganando fuerza nuevamente hasta ponerse cuarto este año en las casas de apuestas y, por la otra, a dos años de la muerte de Javier Marías, España finalmente ha encontrado a su sucesor en Enrique Vila-Matas, quien en las quinielas compartía el mismo rango de probabilidad que Han Kang (33/1).
Tercero, perdió la editorial Rata, difunto proyecto del grupo catalán Enciclopèdia, que para 2020, mismo año en el que iría a la bancarrota, había publicado tres de los principales textos de Han Kang: “La Vegetariana” (Premio International Booker 2016), “Actos Humanos” y “Blanco”.
Si los astros se hubiesen alineado a tiempo, seguro habrían tenido una segunda oportunidad repitiendo la hazaña de las pequeñas imprentas bendecidas con un oportuno Nobel de Literatura en su catálogo, como le pasó a Kailás con Mo Yan (Nobel 2012), Cabaret Voltaire con Annie Ernaux (Nobel 2022) o De Conatus con Jon Fosse (Nobel 2023). Así pues, a pesar de la gratamente inesperada elección de Han Kang, no debemos olvidar que también hubo perdedores. Que estas letras sean su homenaje.