La palabra procrastinación se define como “una forma de postergar o retrasar actividades o situaciones que deberían atenderse, optando por otras más irrelevantes por miedo a afrontarlas o pereza a realizarlas”. Este problema no solo lo tienen las personas, sino también lo padecen las empresas particulares y los entes públicos. En Caldas, somos campeones en posponer todo lo relacionado con el desarrollo de la infraestructura, como muestras, tenemos que después de 40 años de tener la idea inicial, apenas vamos a empezar la construcción del Aeropuerto del Café.
Llevamos más de 30 años haciendo estudios para el mejoramiento y rectificación de la vía al Magdalena, Manizales-Mariquita; de la carretera Transversal de Caldas, La Felisa-La Dorada no se volvió a decir nada; de la vía Tres Puertas-Alto El Paisa en Santágueda, llevo oyendo desde hace 20 años que este año sí se empieza la doble calzada; igualmente de la vía Aranzazu-Salamina, siempre está en proyecto de terminarla; de la Geotérmica de la Chec, hay estudios desde los años 70; de la Hidroeléctrica de la Miel II y de la construcción de las centrales de sacrificio para los municipios caldenses, lo mismo.
Pasan los años y ¡no pasa nada! En Manizales, llevamos 20 años esperando que alguna alcaldía se ponga en la tarea de terminar el bulevar de la Avenida Santander o el megadesastre de proyecto de la renovación urbana de San José. Asimismo pasa con la Escuela Juan XXIII y en la Biblioteca Salmona de la Universidad de Caldas, que aún están inconclusas. De la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales Los Cámbulos, igual, y así infinidad de obras pendientes por terminar. ¡Y la mayor sorpresa de estos días! Después de 30 años de operación de la Concesión Autopistas del Café nos dimos cuenta de que nos tumbaron, que Caldas puso más recursos que los otros departamentos y que nunca terminaron las obras, ¡qué ingenuos somos!
Vivimos en la urgencia de resolver el problema particular del día a día, pero no se piensa en lo prioritario para la comunidad a largo plazo, todo se pospone, y el costo de la indiferencia y la apatía por la no ejecución de las obras proyectadas va produciendo el deterioro de la misma infraestructura existente al no ejecutar nuevas obras, como no hay inversión, aumentan los costos de operación de la región, se acrecienta la incertidumbre económica, baja la productividad y la eficiencia de las empresas. Estamos siempre navegando en un círculo vicioso al no cumplir las tareas, no tenemos metas comunes, pasan los años y seguimos con los mismos proyectos sin ejecutar, siempre en estudios y vemos cómo las demás regiones nos toman la delantera en desarrollo. Somos expertos en el arte de iniciar y no terminar.
El departamento necesita personas, instituciones y gremios comprometidos que piensen en grande y a futuro. Deberíamos aprovechar los estamentos existentes de carácter privado, los cuales pueden reforzarse con ciudadanos expertos y desinteresados en sacar provecho de lo público, que vigilen y monitoreen los avances de los megaproyectos fundamentales para la conectividad y competitividad de la región, de tal manera que generen más información a la ciudadanía para conocer de primera mano el verdadero estado de los trámites que deben hacer los entes gubernamentales para su ejecución, y comprometerse a establecer objetivos claros y alcanzables.
En conclusión. Que lo que se tenga de meta se haga y en el menor tiempo posible, porque como vamos, vamos mal y nos cogió la noche.