El primero en festejar la elección del nuevo magistrado de la Corte Constitucional fue el propio Petro, quien la calificó como “un gran triunfo”. Habrase visto tanta desfachatez. Se comenta que fueron muchas las llamadas personales del presidente para ambientar la candidatura del doctor Polo. A la labor también se aplicó la totalidad del Gobierno, comenzando por el ministro Cristo, muy efectivo y pragmático en el manejo del Congreso. En pocas horas logró darle la vuelta a una reñida elección en la que parlamentarios sostienen que se movieron todo tipo de compromisos. Muy pronto lo podremos constatar.
Otro que reclama victoria es el antiguo registrador Álex Vega, que se empleó a fondo para movilizar la colectividad de la U, de la que hoy es su director. Capítulo especial merece el glorioso Partido Liberal, fuerza determinante en este proceso. ¿Qué motivación habrán tenido los Gaviria para en pocos días (recordemos lo ocurrido en la convención, en la que el Gobierno trató de destronar al expresidente), sin ningún rubor alinearse con el candidato de Petro?
He tenido relación profesional con el doctor Polo. En reunión con él, le pedí que diera un parte de tranquilidad a la opinión pública expresando lo que nos había transmitido en privado, o sea que como magistrado jamás avalaría una constituyente que no se ajustara al art. 376 de la Constitución, que tampoco apoyaría prorrogar el mandato de Petro y por ningún motivo alterar el calendario electoral, ni ningún decretazo o rupturas del orden institucional. No lo hizo. Supongo que en sus cálculos primó no poner en riesgo el apoyo ya conseguido del Petrismo.
Después de la elección, Polo queda con una infinita deuda con el Gobierno, que lo eligió. La misma partitura de la elección del Procurador. En mayo termina su periodo la magistrada Cristina Pardo, para cuyo reemplazo corresponde a Petro elaborar la terna de candidatos. Con esta elección el Gobierno consolida sus mayorías en la Corte Constitucional y se habrá perdido la última trinchera de la institucionalidad y la democracia. Por eso la elección del martes pasado era crucial, lo cual en nada impidió que los partidos y sus parlamentarios prefirieran negociar su voto. Esta elección valía oro, y oro se pagó.
Con la seguridad de tener una Corte “amiga” de las reformas llamadas progresistas, este Gobierno ya no tendrá el más mínimo cuidado, ni en el fondo ni en la forma, en que presenta y tramita sus nefastas iniciativas. Y si ya contaban con las mayorías suficientes en la Cámara, ahora también han demostrado tenerlas en el Senado. Difícil será detener esta aplanadora del Gobierno.
Preocupa la elección de las dos plazas cuyas ternas enviará la Corte Suprema por la posibilidad de que se repita lo visto esta semana. Podemos estar “ad portas” de lo ocurrido en Venezuela cuando Maduro tomó el control del Tribunal Supremo, que posteriormente le avaló su constituyente y que desde entonces lo mantiene en el poder. Y no perdamos de vista que el siguiente objetivo es tumbar al actual registrador y apropiarse de la organización electoral.
Cómo hacer para que el país entienda que simplemente Petro y sus compinches no contemplan irse del Gobierno. ¿Es tan difícil?