Gonzalo Duque Escobar

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@godues

Con el cambio climático como fenómeno global ocasionado en gran medida por la quema de combustibles fósiles, nada se puede predecir: en temporada de lluvias, llega el sol; en temporada de sol, llega la lluvia. A nivel global vemos cómo olas de calor, sequías, inundaciones, corrimientos de tierra, huracanes y demás fenómenos hidrogeológicos extremos, son cada vez más frecuentes e intensos, por lo que la destrucción de cultivos y medios de subsistencia, y el aumento de precios, exacerba los conflictos y agrava cada desastre.

Pero más allá de las inundaciones que han generado caos en Bogotá tras las fuertes precipitaciones o la declaratoria de alerta amarilla en Manizales, al observar la tragedia del Chocó y La Guajira, donde miles de familias han perdido sus hogares y se han visto obligadas a abandonar sus viviendas debido a las inundaciones, lo más grave es que después de la noticia en lugar de proporcionarles apoyo para recuperarse de los impactos y reconstruir sus hogares y medios de vida, nos olvidamos de ellas.

Pero para las comunidades de los países pobres, que siendo las que menos contribuyen al cambio climático son las más afectadas, por fortuna tras una década de peticiones de financiamiento de los países en desarrollo para hacer frente a las pérdidas y daños causados por el cambio climático -caso Colombia-, la situación actual es esperanzadora, ya que los líderes de la última cumbre del clima celebrada en Dubái cerrando el 2023, acaban de lanzar el Fondo de Ayuda, al cual esperaríamos que acceda el Chocó para paliar su tragedia.

Como balance, sólo sobre las cuencas de los ríos Atrato y San Juan del Chocó que es el departamento más pobre del país, las lluvias de noviembre 2024 inundaron 25 municipios, afectando 37.577 familias y 187.885 personas, 4.337 viviendas, 18 colegios y 1.487 hectáreas, razón por la cual el Gobierno nacional, anunció el pasado miércoles recursos iniciales por $1,7 billones, y expidió el Decreto 1372 declarando para Colombia la “situación de Desastre Nacional” por 12 meses.

Ahora, si Guajira y Chocó registran 400.000 damnificados, esa partida inicial, de la UNGRD resultará insuficiente, máxime cuando medio Colombia que está bajo el agua: como referente, el citado Fondo de Ayuda que se empezará a pagar en 2025, y cuyo monto actual es de 722 millones de dólares, aunque necesario e importante para reparar parte del daño infligido a los más vulnerables, ni siquiera representa la cuarta parte de los daños asociados al reciente huracán Yagi del Mar de la China Meridional.

Finalmente, si en el caso del Chocó además de las inundaciones generalizadas que se extienden por más del 87% del territorio, está el paro armado del Eln como impedimento para que las ayudas humanitarias circulen hasta llegar a las casi 40.000 familias damnificadas, a pesar de la creación de corredores humanitarios para el paso de kits básicos para los damnificados, lo grave es que esto se da cuando las alertas del Ideam anuncian más precipitaciones y nuevas crecientes de ríos.