Gonzalo Duque Escobar

gonzaduque@gmail.com

@godues

La cumbre climática de Bakú, celebrada del 11 al 22 de noviembre de 2024, pese a grandes desacuerdos, puso en evidencia las dificultades geopolíticas de las negociaciones para alcanzar un acuerdo esperanzador: el fondo para la financiación climática al 2035, donde el objetivo, aunque insuficiente, es que fluyan mínimo 300.000 millones de dólares anuales desde los países desarrollados hacia los países en desarrollo. Al respecto, la India calificó dicha suma de insignificante, añadiendo que ese logro no inspira confianza para superar la grave problemática del cambio climático.
Pese a que el Acuerdo de París en vigencia desde el 2015, es mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de los 2 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales, y esforzarse por mantenerlos por debajo de 1,5 grados, aunque la ciencia se ha manifestado claramente acerca de que, para lograrlo, se requieren reducciones urgentes de las emisiones globales, las negociaciones de 2024 no fructificaron en cuanto a la reducción y el abandono del uso de combustibles fósiles.
Si bien con la COP29 los cerca de 200 países buscaban una financiación climática que superara los 100.000 millones de dólares anuales, pese a que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, había señalado que el fracaso del acuerdo en Bakú no era una opción, este se hizo visible cuando actores importantes como los delegados de la Alianza de Pequeños Estados Insulares y de los Países Menos Desarrollados (LDC), alegando que sus preocupaciones no estaban siendo escuchadas, abandonaron las conversaciones.
Admitiendo que el planeta se está hundiendo en la problemática del cambio climático, y a que urge ayudar a los países en vías de desarrollo a que abandonen los combustibles fósiles y se adapten al calentamiento global, la asimetría entre países como vulnerables y países desarrollados como principales responsables de las emisiones, conduce a estos dos grandes puntos del conflicto actual: qué países deberían pagar los gastos y cuál sería el monto del fondo financiero.
Y mientras los países pobres sufren inundaciones, sequías, olas de calor y erosión marina, sin recursos para hacerle frente a la mitigación y adaptación al cambio climático, en Bakú, mientras los países en desarrollo señalan que los 300.000 millones de dólares anuales son insuficientes, ya que los estimativos según expertos triplican ese aporte, los países industrializados, que al respecto no señalan la cuantía requerida, sólo se limitan a decir que necesitan la participación del sector privado para recaudar dinero.
Así y todo, desde la COP manifiestan que la cuantía acordada es provisional, y conscientes de que para el 2050 se espera que los impactos del cambio climático en todo el mundo asciendan a 38 mil millones de dólares, mantienen la esperanza de que se avanzará hacia los 1,3 billones de dólares anuales a través de donaciones e instrumentos que no generen deuda, y con ello apoyar a los países en desarrollo para hacer frente a los impactos del clima extremo y financiar la reconversión energética.