El propósito de la vida es aprender más sobre el exigente arte de amar y ser feliz.
Por lo mismo, no confundo el amar con el querer, con el deseo, la emoción o el sentimiento.
Lo ideal sería conocer bien a alguien y, entonces, enamorarte de un buen ser.
Pero no es así, el humano primero se enamora y, ya atrapado en el romance, pocas veces conoce.
Muy enamorado solo dedica tiempo a besos, abrazos, caricias, el sexo, y a pasarla rico.
Si acaso ve un defecto serio, no reflexiona o se dice: “va a cambiar“, o ”yo l@ cambio”.
¡Qué ingenuidad! ¿Eres consciente de semejante torpeza? Los males de la convivencia están ahí desde la escogencia.
Acepta que amar es un arte, estudia para poder practicarlo, y no sufrir con relaciones tóxicas.