Confía en tu riqueza interior e imagina un pozo en tu ser, rico en agua fresca y pura.
De ese pozo sacas el agua clara de la sabiduría que está en tu alma, y que hallas al meditar.
Cuando amas, te aquietas y confías, eres tu propio maestro, guiado desde el cielo.
Date el regalo de ser un buen canal al escuchar lo que te dice el corazón sin palabras.
Al abrir tu corazón, esa sapiencia que duerme en la consciencia, despierta y te ilumina.
Ten muy claro que cuando un maestro deja de aprender, deja también de enseñar.
Dijo un sabio guía: “El mejor maestro es un corazón abierto al amor, a Dios, a la luz”.
En sereno relax entra a tu santuario interior, y siente la constante y amorosa presencia de Dios.