Empieza el año 2025 con sucesos que no cambian la imagen de horror que deja el conflicto entre Rusia y Ucrania, reiniciado en febrero del 2022 y el enfrentamiento en la Franja de Gaza entre Israel y Palestina desde el 7 de octubre de 2024, confrontaciones que han dejado miles de muertos y destrucción generalizada, incertidumbre entre gobiernos en conflicto y también a los ajenos al mismo; cada día surge un escalamiento en la lucha y los analistas no alcanzan a diagnosticar el futuro.

El mundo, en especial las grandes potencias se alinean de acuerdo a sus intereses o conveniencias. Los demás países ven desfilar sus connacionales como mercenarios a pelear una guerra ajena y el balance general de los civiles afectados es crítico. Niños, mujeres y ancianos sufren los estragos del enfrentamiento; la infraestructura devastada afecta las escuelas, por ende al sistema educativo; hospitales atacados impedidos para la prestación de un servicio imprescindible; familias y hogares sin techo; problemas de convivencia por crisis emocionales; desplazamiento forzado para regiones y países vecinos.

La fuerza productiva, la tecnología y el empleo, son los factores que se afectan con prioridad en estos conflictos bélicos y las generaciones, producto de la guerra, nacen odiando a muerte generando culturas xenofóbicas que trascienden en la historia. Son cicatrices hechas en el corazón de un país, cultura, raza y comunidad, las cuales no son fáciles de sanar.

En el contexto nacional, mientras en el Carnaval de Pasto y la Feria de Cali se bailaba, en Cajibío (Cauca) 500 soldados del ejército nacional combatían con los grupos al margen de la ley. Vale la pena aclarar que el sitio de operación está a 45 minutos de Popayán en automotor. Esta región habitada por campesinos y comunidades indígenas sufre los rigores de un enfrentamiento de grupos dedicados a cultivos ilícitos; pero son lugareños ancestrales de estos territorios, hoy en disputa, quienes deben ser protegidos pues su territorio, casas, caminos, los integrantes de su familia y hasta su vida son testigos ocasionales de una guerra de otros.

Si revisamos el texto de las distintas tarjetas de Navidad que circularon por el fin de año, encontramos la palabra PAZ repetida junto con amor, afecto, entendimiento, respeto, armonía; pero de acuerdo a los resultados el impacto es distinto, las noticias nos atiborran de información relacionada con casos de violencia intrafamiliar, abuso sexual, maltrato infantil y violencia en todas sus manifestaciones. ¿Qué está pasando en la sociedad, en el trabajo, la universidad, la escuela, en nuestra conciencia? ¿Dónde están los deberes, los derechos y los valores?

Vamos hacia una degradación mayor o es el efecto dominó de lo que pasa en el mundo y nos está llegando a nosotros; cada día ocurren cosas que nos causan asombro y ya son noticias que no conmueven. ¿Será que estamos llegando a un estado de insensibilidad o acaso la moral de nuestros pueblos ha sido perturbada por sus gobernantes y es la cosecha que estamos recogiendo?