Los padecimientos de los seres humanos se desarrollan a través del tiempo o son procesos nuevos. Unos aparecen y desaparecen, otros se quedan. De pocos afectados se han extendido a grandes núcleos de la población, llegando a gran parte de los territorios, quedando reductos que por sus comportamientos están exentos de las agresiones que se reactivan o aparecen ante hechos específicos.

Los conflictos derivados del comportamiento, cualquiera, y de factores físicos externos o internos, han adquirido una especial connotación. Unos se evidencian abiertamente y otros persisten de una manera larvada y generalmente evidentes al entendimiento de los doctos. 

Uno de estos problemas, porque lo es, de personas o animales, es el estrés bien descrito clínicamente en 1930, aunque es entendible que su existencia viene desde la misma aparición del ser humano, con diferentes implicaciones. 

En 1950 se entendía que era primero un problema físico, que luego fue introducido por la psicología sobresaliendo como expresión adaptativa. El estrés, sencillamente es una respuesta: Física, psíquica e inespecífica, de adaptación, donde se plantea la lucha y la huida ante las dificultades.

Uno de los emblemas negativos de la modernidad es el estrés. ¿Existirá algún ser humano que no haya tenido diez segundos de estrés?

Indudablemente, hay actividades, físicas, mentales o combinadas, más estresantes que otras sin que éstas dejen de significar un problema personal y social cuando los individuos no controlen la alteración de su comportamiento.

Acaban de aparecer los resultados de un estudio realizado en investigadores mundiales, donde se demuestra la existencia del estrés, hasta el 70%, en el trabajo diario. Una de las actividades que menos estresaría sería el trabajo investigativo, por múltiples razones, que le otorga a la persona los espacios, los tiempos y el ambiente apropiados para realizar, entender y exponer sus resultados. 

Aunque podrían existir temas complejos como las normas, los financieros, las relaciones interpersonales y sociales. Además de la necesidad de publicar. El investigador no está en una torre construida con piedras preciosas. Lo rodea el barro, la envidia, la incomprensión, el temor al error, las discriminaciones de toda clase: Laborales, sexuales y étnicas(60%)  y la necesidad del diario vivir para él y su familia. Y, por supuesto, lo desconcierta el futuro, aunque crea que el pasado lo tiene nítido.

Un área que se creía con mínimo o nulo estrés: La Academia. Pero resulta que no es así y nunca lo ha sido. La salud mental está incidiendo en la ciencia, en cualquier modalidad. El escrito revela que hay entidades que ayudan, a quienes estudian, a aprender a tener éxito. Y, esta conducta debe ser extendida a todas las personas que se forman. Saber no es sinónimo de éxito global. 

Es cierto, aunque parezca mentira, que los estudiantes de postgrado pueden tener inseguridad de vivienda o alimentaria o sanitaria o las tres. Para no mencionar que cualquier estudiante puede sufrir estos problemas, por mucho que se enarbole la matrícula gratuita, que es una solución parcial del problema.

La salud mental es una necesidad perentoria y fundamental para ejercer cualquier actividad. Inclusive, el descanso demanda de una salud mental que sustente la base de una persona identificada consigo misma. 

En estos momentos los habitantes de Colombia, tienen problemas de salud, considerando que la mental es la primera de la lista, que se ahondan en la medida que se amplía el desconcierto

Una situación son las medidas rígidas y otra las laxitudes indefinidas; pero, es totalmente diferente la existencia de altibajos al libre devenir de la actividad de una o varias personas sin rumbo definido. Se puede dirigir, para cualquier rumbo, si éste se establece con criterio. Lo demás son saltos incontrolados y perniciosos.