Aspirantes presidenciales
Desde la mitad del año han comenzado a surgir nombres, hombres y mujeres de todas las vertientes, que aspiran a ser candidatos a la presidencia de la República. Con el transcurrir de los meses cambiará la lista y se cree que ahora son varias decenas quienes quieren ocupar el Solio a partir del 2026.
Faltan 18 meses para las elecciones cuando los colombianos definirán quien será el primer mandatario constitucional del país. Poco a poco se consolidan las fuerzas.
Aparecerán nuevos nombres de quienes pretenden ser presidentes y definitivamente otros de los que hoy quieren pasarán al olvido y sus deseos podrán ser revalidados en otro tiempo o se derivarán a otras candidaturas dentro del Estado y otros llegarán a las fortalezas privadas a ejercer funciones totalmente disímiles a la administración pública.
Los colombianos han ido alineándose con los diferentes pretendientes de una manera tímida que se irá haciendo más evidente y ferviente con el transcurso de los días hasta llegar a la época de decidir sobre las candidaturas efectivas.
Sin embargo, ahora se esboza cuál tendencia política de los candidatos definitivos deberá prevalecer al final. Una aseveración que se ignora es el entendimiento que la elección deberá llevar a quien represente, a través de su persona y programa de gobierno, lo mejor para el país.
Ante los muchos pretendientes al favor de los electores, la generalidad no pasa de expresar: Me gusta o no, decidido fundamentalmente por la trayectoria y los indicios de un probable boceto de gobierno.
La realidad será expresada en las urnas, momento en el cual cada ciudadano deberá definir el futuro que él cree o considera para su país. Se hará valer todo, inclusive el incomprendido voto en blanco. Los colombianos, quienes votan o no, serán los responsables de los resultados electorales y del gobierno que escojan, evitando lo que sucede ahora: ¡Yo no tengo la culpa! Eso no tiene apelación y no podrán esgrimirse justificaciones fútiles o endilgarles a otras personas responsabilidades que sólo le incumben a cada elector.
Ahora, todos los aspirantes tienen a su favor o en contra, cualidades que los hacen deseables o rechazados por quienes tienen en su poder legal la capacidad de decisión. Los ciudadanos tienen la obligación de analizar detenidamente a su candidato para evitar hechos que le hagan sentir que su voto ha sido fallido. Ningún voto es absolutamente errado, porque la voluntad del elector no tiene sanción individual. Solo la moralidad decisoria, está comprometida.
Lo que no es admisible es la abstención sin justificación legal o física.
Corrupción
Siendo las enfermedades mentales graves o leves, diagnosticadas o no, las primeras causas de trastornos patológicos en los colombianos, la corrupción es el primer indicio de maldad colombiana. Este comportamiento termina causando enfermedad mental. Viene una clásica pregunta: ¿Qué sucede primero: ¿La corrupción o la enfermedad mental? Los demás también están expuestos con los hechos corruptos. ¿Quién se atreve a validar la corrupción como un hecho natural?