Debido a los experimentos con sangre de humanos, especialmente de personas relacionadas con él, el vienés Landsteiner enunció el hallazgo de los primeros tipos de sangre, grupos, 1901, encontrados en los glóbulos rojos.

El investigador recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1930, cuando trabajaba en el Instituto Rockefeller de Investigación Médica.

Ello corresponde a los que hoy se conocen como O, A y B. Fue el inicio de la inmunohematología e inmunogenética, actualmente altamente cualificadas por su diversidad, profundidad e implicaciones.

En esta tipificación se consideró que el O correspondía al número cero, pero otros investigadores, en el siglo XX, lo reasignaron con la letra O, debido a la realidad inmunológica que representa cada glóbulo rojo de las personas con esta clasificación.

Dos años más tarde, dos discípulos de Landsteiner hallaron el grupo AB; con ello se completó el cuadro básico de la hemoclasificación. Posteriormente, en 1940 junto a Alexander Salomón Wiener, hallaron otro grupo al que denominaron Rh, por su relación con el Rhesus mulatta, un mono macaco ampliamente conocido.

Entre ambas fechas, 1927, Landsteiner halló los grupos M, N y P. Hoy se conocen 47 grupos, agrupados en sistemas, con diferentes génesis y variada acción e interpretación inmunológica. De ellos, 10 tienen actualmente importancia médica.

Una publicación, Scientific Reports, de la semana anterior, hace referencia a una investigación relacionada con los grupos sanguíneos hallados en los primeros seres humanos modernos, que existieron en Euroasia, desde Alemania hasta China y Siberia, entre 46.000 y 16.000 años antes; la era cristiana solo lleva 2.000 años.

Este estudio incluye la información sobre los primos neandertales, como los denomina el artículo, que vivieron hace 120.000 a 40.000 años.

Indudablemente, la mayor importancia y aplicación conocida de los grupos básicos: O, A, B, AB y Rh, es su utilización en el trasplante de tejidos y entre ellos principalmente de sangre, transfusión.

La migración de seres humanos fuera de África, 70.000 a 45.000 años, propició la aparición de nuevos grupos sanguíneos debido a variaciones genéticas, establecidas cuando se hallaban, durante 15.000 años en territorio conocido hoy como Irán.

Un aspecto importante fue la interacción con diferentes enfermedades que dieron lugar a distintos grupos sanguíneos.

Un efecto similar ocurrió en el estrecho de Bering, cuando los humanos se detuvieron allí antes de llegar a las Américas. La investigación descrita estableció la trascendencia de una variante del Rh, creyéndose que los ayudó a sobrevivir y reproducirse mejor.

Ahora se conoce plenamente la importancia del Rh cuando entre el niño y la madre tienen diferencias que pueden ser mortales.

También, se estableció que algunas variantes de grupos sanguíneos han desaparecido desde su existencia en Siberia, fémur de un fósil humano denominado Ust'-Ishim.

La investigación de la relación entre grupos sanguíneos y enfermedades no transfusionales continúa y no se ha expresado la última palabra, como todo lo que sucede en investigación biológica, aunque hoy está definido que personas con el grupo O tienen más resistencia al paludismo grave.