La arremetida violenta del Eln amenaza con “guerra total”, paradójicamente en el Gobierno de la “paz total”.
La Defensoría da cuenta de 11 crisis humanitarias y 10 grupos armados en 809 municipios; un copamiento territorial casi total, una peligrosa pérdida de soberanía y una violencia que llega a las ciudades con miles de bandas del microtráfico.
El Eln es primero en la lista, y la pregunta es por qué, si su proceso de diálogo era el de mostrar, con países garantes y acompañantes, 28 acuerdos firmados en dos años y Comité Nacional de Participación.
La respuesta está en su historia y su ADN: 60 años de violencia revolucionaria, una bandera que hoy es simbólica, pero justifica su violencia narcoterrorista y su reclamo al Gobierno por seguir en la lista de los GAO, porque ellos son “luchadores por la libertad”.
Durante 50 años han negociado, en un ciclo de diálogo, incumplimiento, ruptura sangrienta y más diálogo.
Hoy estamos, y de qué manera, en “ruptura sangrienta”, durante la cual, con cinismo, sus líderes cacarean voluntad de paz y que “El Eln firma para cumplir”, mientras incumple y acusa al Gobierno de ser el incumplido.
Ayer nomás, Antonio García denunció que las Fuerzas Militares son aliadas del Clan del Golfo y no lo combaten en Chocó, lo que justifica su paro armado.
La respuesta también está en su estrategia geopolítica.
Primero, su transformación adaptativa, de guerrilla comunista-cristiana a grupo armado binacional, narcoterrorista en Colombia y, sin dejar de serlo, paramilitar en Venezuela, aliado de Maduro, aunque lo niegue.
Segundo, su estrategia expansiva de control territorial, que es la punta de un iceberg, bajo la cual se esconde una amenaza latente que permanece oculta para el país.
El iceberg es la imagen de la estrategia elena de “lucha y acumulación”, con la lucha armada por el control territorial como punta visible, y un “acumulado” oculto de sus otras luchas: social y económica, política, ideológica, ambiental y diplomática, cuyo fin último es el socialismo, para lo cual someten a la población y eliminan adversarios, ya sea Fuerza Pública, grupos armados y todo aquel que se atraviese.
Tampoco se trata de un control localizado, no es el Catatumbo solamente, sino el corredor de frontera, desde La Guajira hasta Vichada, y no solo como retaguardia al otro lado de la frontera, sino para cuidarle su frontera al régimen venezolano, como primera línea de defensa.
Maduro padece síndrome de invasión, y nada más peligroso que un dictador asustado con pretensión expansionista. De hecho, ya convocó elecciones para gobernador del Esequibo que pretende arrebatarle a Guyana.
No olvidemos que la población guajira es binacional, como el contrabando, el narcotráfico en el Catatumbo y la cultura llanera en el resto de frontera. No sea que el Eln, de primera línea defensiva, también se transforme en… ejército de ocupación. No sobra advertirlo.