La atrocidad de los abusos infantiles es una plaga que únicamente con conocimiento y voluntad podremos poner en cintura. Digo con conocimiento, pues los análisis que se han presentado en los últimos años que dan cuenta de la evidencia empírica sobre los casos de abusos, puede dar cuenta no solamente de cómo opera una triste y dolorosa realidad, pero que también puede dar pistas muy sólidas para diseñar las estrategias para su lucha. Vamos a la evidencia científica.

Mitos y realidad. Hay muchos mitos sobre los abusos que gracias a los investigadores se han logrado ir purgando y permitiendo que la evidencia nos muestre la realidad tal cual es y no el dibujo de nuestros prejuicios e imaginarios. ¿Cuáles son los mitos? Tomamos cuatro.

El primero: Pensar que los abusos son un cáncer de la Iglesia Católica. La investigación científica ha demostrado que el abuso sexual infantil es a nivel mundial que ocurre en todos los países, en el norte y el sur, en los países ricos y pobres, en todos los estratos socioeconómicos, en todas las culturas, en áreas urbanas y rurales, y en comunidades grandes y pequeñas. Mejor dicho, ocurre en todas partes, así que no es el mal de una institución o una región del mundo.

El segundo mito: El celibato de la Iglesia Católica es causa de los abusos. La evidencia científica muestra que el 76% de los perpetradores son hombres casados. Y el 96% de los sacerdotes célibes no han sido acusados en este tipo de casos. No es problema de una religión sino de la humanidad.

El tercer mito: La homosexualidad es causa del abuso sexual infantil. Nuevamente, la evidencia científica demuestra que en más del 50% de los casos el perpetrador es un heterosexual. Así, pues, por el prejuicio contra los homosexuales lo que se hace es revictimizarlos, con nuevas exclusiones y señalamientos a los que han tenido que soportar por su condición de sexual.

El cuarto mito: Los perpetradores han sido en su mayoría abusados en su infancia. La evidencia muestra, por ejemplo, que sólo el 7% de los sacerdotes pedófilos habían sido víctimas de abuso. Igualmente, lo que se hace es revictimizar a los que fueron objeto de abuso, señalándolos como potenciales perpetradores.

Así, pues los pedófilos, están regados por todas partes, son mayoritariamente casados y heterosexuales y en su gran mayoría no fueron abusados en la niñez. Fundamentar las estrategias de lucha contra pedofilia en la evidencia científica es la mejor manera de combatirla, y no quedarnos en los engaños de los mitos, que nos llevan a lugares equivocados.

A quienes estén interesados en el tema les recomiendo el artículo: “Evidencia científica de impacto social para eliminar abusos…” de Razionero-Plaza y Guiney, publicado por el International and Multidisciplinary Journal of Social Sciences hace pocos días, el 30 de julio de 2024.

Solo con un trabajo preventivo de fondo basado en la evidencia podremos impactar de forma contundente la plaga del abuso sexual infantil.