Se va una ministra de Educación que hizo casi lo mejor que se podía hacer en el contexto que le correspondió ejercer. Se trata de la exministra de Educación Aurora Vergara, que cumplió casi dos años en el Ministerio, primero como viceministra de Educación Superior y luego, tras la salida del ministro Gaviria, como ministra.

Una mujer chocoana, con una historia de vida personal que da muestra de su altura humana, profesional y espiritual. Comprometida con el país y con una tradición sobre los temas afros desde la investigación y el impacto social en el territorio. Una universitaria cabeza de uno de los mejores núcleos universitarios: El Centro de Estudios Afrodiaspóricos de la Universidad Icesi de Cali. Doctorada en Estados Unidos en Sociología y con estudios posdoctorales en Harvard. Una mujer cordial, muy respetuosa de los demás y con una capacidad de escucha especial.

Llegó al Ministerio de Educación sin mayor experiencia en el manejo de las cosas públicas, pero con una gran inteligencia y adaptabilidad logró rápidamente asumir una dinámica de ejecución desde lo presupuestal y la política pública. Por algo es el Ministerio con uno de los mejores indicadores de ejecución. Y lo que es más importante, con transparencia. No recibió alertas ni de la Contraloría ni de la Procuraduría en materia de contratación.

No se dejó presionar del presidente al momento de presentar el proyecto de ley estatutaria de educación, cuando se inició la legislatura pasada, sino que prefirió terminar bien el ciclo de consultas. Que si bien siempre habrá voces que pidan mayores análisis, la ministra Aurora abrió un compás para consultas y diálogos con diversos sectores a fin de dar participación en el proceso. El trámite de discusión de la reforma mostró su capacidad de negociación, aún con la oposición. Logró un amplio consenso de casi todos los partidos representados en el Congreso, como lo debería haber hecho, pues se trata de buscar unos acuerdos nacionales en los temas fundamentales como lo es el de la educación. Pero, desafortunadamente, la intransigencia de Fecode y de algunos miembros del Pacto Histórico, los que destilan ideología en cada momento, decidieron hundir la reforma en el último debate, antes de reconocer el hecho mixto, privado-público del sector educativo y de aceptar la evaluación de maestros por resultados. Muy triste, porque era una oportunidad para mostrar madurez del Gobierno Petro y del mismo Congreso, sobre la posibilidad de tejer reformas en consenso. Obviamente hay unos radicales que por definición un consenso es malo, porque están embriagados de su ideología.

En la caótica transición en la prestación del servicio de salud para los maestros, fue víctima del invento del propio Gobierno, de desmantelar el sistema de salud. Este punto no fue responsabilidad directa de ella, sino del Gobierno y del ministro de Salud. Quedó atrapada.

La ministra en el tema de la rectoría de la Universidad Nacional, desafortunadamente, le fue en extremo leal al presidente y su testarudez, y dejó un lunar en su gestión: Pasar por encima de la Autonomía Universitaria que será un grave antecedente para el sector universitario. En ese momento la ministra Aurora ha debido renunciar antes de prestarse para esa indebida intervención estatal propiciada por el señor presidente. Algunos dirán ahora que la retiran del ministerio: “Mala paga le espera al que le sirve al …”.

Da pesar que buenos funcionarios como ella no continúen en sus cargos. Esperar que el Gobierno la ubique en una nueva responsabilidad para servicio del país.